Festival de Itálica

Hervé Koubi regresa a Itálica con trece bailarines africanos y un canto al Mediterráneo

Una escena de ‘Las noches bárbaras o los primeros amaneceres del mundo’, el montaje que Koubi trae a Itálica.

Una escena de ‘Las noches bárbaras o los primeros amaneceres del mundo’, el montaje que Koubi trae a Itálica. / Frédérique Calloch

Hervé Koubi nació en el sur de Francia y estudió Farmacia, pero la danza ganó la partida y, tras formarse con Rosella Hightower, entró como bailarín en el Centro Coreográfico Nacional de Nantes y en el Centro Coreográfico de Caen (con Karinne Saporta), entre otros. Más tarde, inició su etapa de coreógrafo, saltando a los escenarios en 2000 con su pieza El Golem.

Bien pasados los veinte años, sin embargo, vino a saber que, al igual que otros muchos creadores centroeuropeos que triunfan actualmente en el panorama dancístico mundial, sus genes y su mundo familiar estaba lleno de hermosos mestizajes. En su caso, la búsqueda de sus orígenes lo llevó hasta Argelia, desde donde, en 2009, emprendió caminos bastante alejados de lo que el mundo de la danza contemporánea francesa le hacía augurar. En cualquier caso, caminos muy provechosos ya que, en 2015, Francia lo condecoró como Caballero de las Artes y las Letras.

La primera vez que vino a España con su compañía fue precisamente al Festival Internacional de Danza de Itálica, que ahora lo recibe en el mismo espacio, el Teatro Romano de Santiponce. En aquel ya lejano 2017 llegó por una apuesta personal de la que fuera directora del Festival en aquel momento, Victoria Guzmán, y se presentó con once bailarines autodidactas, artistas de la calle que había reclutado en Argelia tras poner un aviso en las redes sociales de ese país, Marruecos y Burkina Faso.

La pieza, una producción que había estrenado en 2013 con el título de Lo que el día debe a la noche, estaba inspirada en la novela homónima del argelino Yasmina Khadra, o lo que es lo mismo, de Mohammed Moulesshoul. Un libro en el que el coreógrafo descubrió con sorpresa su propia historia y la de su padre, que procede de Orán. Durante la preparación de esta pieza, el creador inició un viaje, dancístico y humano, hecho de idas y venidas de una orilla a la otra del Mediterráneo. Un puente siempre tendido entre Oriente y Occidente.

Koubi explora todo lo que de riqueza y de refinamiento hay en las culturas bárbaras

Al año siguiente de su visita a Sevilla, en diciembre de 2018, Koubi alcanzó un gran éxito en Madrid, dentro de la muestra Madrid en Danza, justamente con el espectáculo que este martes y miércoles tendrán ocasión de ver en el Teatro Romano, dentro del Festival de Itálica: Les nuits barbares ou les premiers matins du monde (Las noches bárbaras o los primeros amaneceres del mundo).

Como la mayoría de sus trabajos, un espectáculo coral si bien, entre escena y escena de conjunto, siempre haya sitio para el lucimiento individual de cada uno de los bailarines, porque a Koubì, por encima de todo, le interesa lo que nos une y no lo que nos distancia, ya seamos argelinos, españoles o franceses.

Otra escena de la obra. Otra escena de la obra.

Otra escena de la obra. / Didier PHILISPART

Y lo que nos une según el coreógrafo, como la más antigua de las naciones, es el Mediterráneo, ese mar mítico y eterno que por más de 3000 años ha dado testimonio de una enriquecedora alteridad, aunque en los últimos tiempos, para vergüenza de los gobernantes y de toda la civilización, se haya convertido en el gran cementerio donde los más desfavorecidos quedan relegados para siempre en el olvido.

Un testimonio de la feroz crueldad de los hombres para con los hombres, que contrasta con su belleza mitológica y parece crear una aparente contradicción entre vida y muerte, entre pasado y futuro. En este espectáculo, que fue estrenado en 2015 y al que han seguido trabajos como Odyssey (2020) o Sol invictus (2023), Koubi se pregunta quiénes eran, de dónde venían esos bárbaros (persas, jonios, babilonios…) y qué historia desconocida u olvidada hemos heredado de ellos. Del mismo modo, observa el miedo ancestral que ha provocado siempre la figura del extranjero para cuestionar los prejuicios enraizados en nuestra mente occidental y desvelar todo lo que de riqueza y de refinamiento hay también en las culturas bárbaras.

El coreógrafo propone así, en Las noches bárbaras, un viaje hacia la luz, un espectáculo épico y lírico al mismo tiempo en el que, al deslizarse hacia el otro, se viaja también hacia la libertad. Porque no hay que olvidar que otro término que designa la palabra bárbaro es amazigh, que significa el hombre libre.

En la mayor parte de sus obras, en realidad, todo es fruto del encuentro entre Oriente y Occidente, empezando por la música que bailarán en el Teatro Romano sus trece bailarines africanos, atléticos y profundamente vitales. Una trama sonora en la que las composiciones de Mozart, Fauré y Wagner se entrelazan sin violencia con las músicas tradicionales argelinas o georgianas.

Esta es, sin duda, la mayor apuesta de Hervé Koubi quien, en sus notas de trabajo de la pieza, afirmaba que “en el contexto actual, más que nunca, creo necesario creer en la universalidad de culturas compartidas, mezcladas y estrechamente vinculadas, así como en un futuro que, en mi opinión, solo puede ser común”.

Las noches bárbaras o los primeros amaneceres del mundo estará en el Teatro Romano de Itálica los días 4 y 5 de julio, a las 22:30. Para mayor información: www.festivalitalica.es

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