Una nueva vida a color para Don Quijote y Sancho Panza

La batalla contra los molinos de viento, el viaje –intento más bien– en barco por las riberas del río Ebro en busca de tierras remotas, las ensimismadas conversaciones con el Caballero de los Espejos. Y así un sinfín de pasajes más. No es necesario haber leído la obra cumbre de la literatura española para conocer cualquiera de los episodios mencionados. Quizás, a más de uno le hayan ayudado las imágenes que realizó el artista francés Gustave Doré. Uno de sus trabajos más notorios junto con la Biblia y la Divina Comedia de Dante. El pintor Juan Torres toma el relevo en una nueva colección del Grupo Pandora con la edición del sevillano Pedro Tabernero.

Más de 100 ilustraciones en cada volumen conforman las dos primeras entregas de la colección Mardito roedore. Una nueva aventura –como las del protagonista de Miguel de Cervantes– en la que Tabernero pondrá en valor a escritores universales, a veces de difícil comprensión, que han escrito obras fundamentales en la historia de la literatura y del conocimiento. Desde Sigmund Freud y su interpretación de los sueños hasta Aristóteles o Nietzsche irán enriqueciendo esta colección de grandes libros, que en esta colección aparecerán con la singularidad de ofrecerse sin la palabra escrita, solo con las imágenes que dichos textos han suscitado en la imaginación y la sensibilidad del artista que las ha plasmado.

¿Cómo se embarcó Tabernero en esta nueva gesta? “En mi ya larga trayectoria de más de cincuenta años como editor” intentó “más de una vez” superar la “rotundidad creativa” y la “perfecta fusión entre la palabra y la imagen” que alcanzó Doré.

Recuerda que estando cerca de la playa gaditana de El Rinconcillo se encontró con el pintor Juan Torres, con el que ya habían dado forma a “un Lorca y un Baudelaire”. El editor recalca que ha conocido “a pocos artistas con mayor dominio del color y la puesta en escena”. Por este motivo, “le sugerí el proyecto y lo invité a embarcarse conmigo en la quijotesca aventura”. Como le pasó a Doré en su momento, “tampoco a nosotros nos iban a amilanar los molinos de viento”. Con el lance de tomar el testigo del francés en mente, “nos pusimos manos a la faena con la ilusión de realizar estos dos volúmenes de la universal obra con los originales pintados en acrílico y óleo sobre un papel fabricado manualmente en India”.