Teatro Central

'Kind' o el territorio hostil de la infancia

  • Peeping Tom, una de las compañías más queridas por el público del Teatro Central, regresa este fin de semana a Sevilla con un cuento perturbador sobre la niñez

Los integrantes de Peeping Tom, en uno de los decorados de la obra.

Los integrantes de Peeping Tom, en uno de los decorados de la obra. / Salomón Cejudo

Tras indagar en la mitología de la figura paterna en Vader (2014) y explorar cuestiones como la memoria y el duelo a través de una madre ausente en Moeder (2016), Peeping Tom viaja a los escenarios de la infancia en Kind (Hijo), el espectáculo con el que la compañía belga cierra su trilogía sobre los vínculos familiares y que programa el viernes y el sábado el Teatro Central, el mismo escenario donde se representaron las piezas anteriores.

La formación, liderada por la argentina Gabriela Carrizo y el francés Franck Chartier y referente indiscutible del teatro-danza en Europa, deja atrás sus habituales y claustrofóbicos interiores y apuesta esta vez por una escenografía que recrea un bosque y una montaña, un paisaje en el que ubican un cuento estremecedor. "Nos interesaba", desvela Carrizo, "reflejar cómo un niño percibe el mundo, qué sueña, cuáles son sus temores".

Viniendo de Peeping Tom, ese interés por la infancia no podía traducirse en una aproximación previsible y edulcorada. En primer lugar, protagoniza la pieza una niña, "pero una niña-adulta", precisa Carrizo. "Queríamos ir más allá. Eso lanzaba un código perturbador", dice la codirectora del montaje.

"El espectador observa a una niña demasiado grande sobre una bicicleta demasiado pequeña", se lee en las notas facilitadas por la compañía. "La falda demasiado corta, la carne asomándole por el borde de las mangas y de los calcetines. Esta niña demasiado grande ha decidido quedarse atrás, seguir siendo niña durante más tiempo (...) Con sus tics y sus gestos infantiles, esta niña sobredimensionada nos arrastra a su universo, un bosque sombrío al pie de unos imponentes precipicios".

Una de las inquietantes imágenes de 'Kind'. Una de las inquietantes imágenes de 'Kind'.

Una de las inquietantes imágenes de 'Kind'. / Oleg Degtiarov

El público se adentra así en un universo desconcertante donde no se sabe "qué es parte de la imaginación de la niña o qué es el mundo real", asegura Carrizo, un lugar "lleno de amenazas, de violencia, de transgresiones" y que remite a un estado primitivo "que precede al bien y al mal, donde los límites aún no han sido establecidos". En la presentación a la prensa se habló de El señor de las moscas, la célebre novela de William Golding, en la que unos adolescentes perdidos en una isla tras un accidente de avión acaban sacando su lado más salvaje. "Algo interesante", dice Chartier, "es cómo se desarrolla la moralidad. Si un grupo de niños está solo, no tiene que responder a los adultos, ¿tendría las mismas normas que nosotros?", se pregunta.

Kind reflexiona sobre la violencia y sus ramificaciones a través de un padre perturbado, pero el comportamiento a veces extremo de la niña aviva una pregunta en los creadores: "¿En qué medida ese lado oscuro no estaba ya intrínsecamente presente en ella?", se interrogan desde Peeping Tom.

La obra no ofrece, ésa nunca fue la intención de sus autores, soluciones ni respuestas. El espectáculo tiene aún poco recorrido –se estrenó el mes pasado en Les Théâtres de la Ville de Luxembourg– y sus artífices están descubriendo aún lecturas que subyacían en el material y que no esperaban. "El contacto con el público te revela cosas que no sospechabas", confiesa Carrizo.

Con esta pieza, la compañía cierra una trilogía sobre la familia y sus vínculos afectivos

En el proceso de creación, "largo, orgánico, en el que partimos de unas ideas y esas ideas se bifurcaron en diferentes caminos", los integrantes de la compañía organizaron en distintas ciudades talleres con niños que les ayudaron a conformar su retrato de la infancia. Distintos elementos de la realidad contribuyeron además al carácter de fábula tenebrosa que posee Kind. "Nos influyeron las elecciones en Brasil [donde ganó el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro], porque hay gente en el equipo que es de allí, o el debate sobre el uso de las armas", añade Carrizo.

Con Kind, Peeping Tom sigue desentrañando las peculiaridades de la familia, un ámbito que "siempre, incluso en trabajos anteriores a esta trilogía" ha intrigado a estos creadores. "Nuestra dinámica es hablar de lo humano, de las personas", afirma Carrizo, "nos atrae ahondar en la mente humana, en las psicologías, y las relaciones más cercanas que tenemos están en la pareja o en una familia. No hay que tomarse el término de forma literal: a nuestro modo, los que formamos Peeping Tom somos también una familia".

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