Cultura

Las señoritas rojas

  • Inéditas hasta ahora en castellano, las memorias de Jessica Mitford recrean las historias de familia y los años de militancia de la primera juventud.

Nobles y rebeldes. Jessica Mitford. Introd. Christopher Hitchens. Trad. Patricia Antón. Asteroide. Barcelona, 2014. 318 páginas. 22,95 euros.

Aunque alguna de sus biografías -o la novela Amor en clima frío, publicada por Janés- habían sido traducidas anteriormente, fue el rescate por la entonces recién nacida editorial Asteroide de A la caza del amor (2005) el que dio a conocer a Nancy Mitford a muchos de los lectores -otros, como el siempre bien informado José Carlos Llop, prologuista de la edición, ya tenían noticia previa- que desde entonces nos hemos convertidos en devotos. Poco antes, la editorial Circe había publicado la biografía colectiva que la periodista Annick Le Floc'hmoan dedicó a Las hermanas Mitford, donde se abordaba la fascinante trayectoria de una familia ajustada al patrón de los excéntricos ingleses que trazó Edith Sitwell, y después hemos podido leer otras novelas de Nancy (todas en Asteroide) o su biografía, deliciosa, de Voltaire enamorado (Duomo). Ahora conocemos las memorias de infancia y juventud de otra hermana, Jessica, que es junto a aquella la que ofrece un perfil más interesante, pues aunque las seis, que por decisión materna no habían pisado una escuela, escribieron libros o artículos, fueron ellas dos -la primogénita Nancy y la quinta, a quien llamaban Decca- las que brillaron con luz propia.

De Jessica Mitford, que se apartó de las simpatías filonazis de algunos de los suyos -no de Nancy, que hizo un retrato satírico del líder fascista y segundo marido de su hermana Diana, Oswald Mosley, en Trifulca a la vista- para convertirse en la "oveja roja" de la familia, habíamos leído el célebre ensayo Muerte a la americana (Global Rhytm), donde censuraba el "negocio de la pompa fúnebre en Estados Unidos" -abordado de otro modo por Evelyn Waugh, gran amigo de Nancy, en su hilarante novela Los seres queridos- en forma de reportaje a medio camino entre el humor afilado y la denuncia contundente. Sus memorias, sin embargo, muchas veces citadas cuando se habla de las Mitford, estaban hasta ahora inéditas en castellano. Publicado quince años después del memorable cuadro -en su caso novelado- que Nancy esbozó en A la caza del amor, el tardío primer libro de Jessica Mitford (Hons and Rebels, 1960) es un ameno e ingenioso relato, divertido y a ratos conmovedor, que aborda las impagables historias familiares e introduce la figura luminosa y trágica de Esmond Romilly, pero también, como señala Christopher Hitchens, incluye pasajes muy serios y aporta un valioso trasfondo social y político, en la medida que refleja cómo en los agitados años de anteguerra "muchos ingleses se debatían entre el fascismo y el comunismo".

La oveja roja era, precisamente, el título original de las memorias, cambiado por el editor que consideraba que aquel podía interpretarse como una muestra de sumisión de la "oveja" a los "criterios rojos del Partido Comunista". No era ni podía ser ese el sentido, tratándose de una mujer como Decca que, aunque militante convencida, fue todo lo contrario de una persona sumisa, como se deduce del libro y asimismo de su trayectoria posterior. Decidida desde niña a seguir su rumbo, Jessica Mitford se enamora de su primo Esmond, sobrino de Churchill, antes de conocerlo personalmente, y cuando este vuelve de la guerra de España donde ha combatido como brigadista ambos deciden fugarse y establecerse primero en la península, aún envuelta en llamas; luego, ya casados, en el East End londinense -donde pierden a su primera hija- y más tarde en los Estados Unidos. Las memorias de Decca son en buena medida el recuento de una historia de amor malogrado por la temprana muerte de Esmond que, alistado como voluntario en las fuerzas aéreas de Canadá, falleció con sólo 23 años -en noviembre de 1941- cuando su avión se perdió en el mar del Norte. La joven viuda, de nuevo embarazada, tendría que salir adelante -tras rehusar, dice Hitchens, la ayuda que le ofrecía Churchill- por sus propios medios, pero el relato se cierra cuando ambos se ven por última vez.

Jessica Mitford ejemplifica una rebeldía genuina que responde al molde, no tan excepcional, de las "señoritas rojas", como pudo serlo entre nosotros Constancia de la Mora, pero al mismo tiempo lo trasciende por su resistencia a ser encuadrada entre las meras "ovejas", en el sentido que se maliciaba el editor inglés. Casi coetánea, la nieta de Antonio Maura -a quien llamaban Connie, según contaba su primo Jorge Semprún- tuvo un itinerario, narrado en sus muy partidarias memorias, Doble esplendor, hasta cierto punto paralelo: nacida en una familia aristocrática, militante comunista, hermana de una notoria integrante de la Falange y unida al jefe de la aviación republicana, Hidalgo de Cisneros, pero la distancia entre los altos ideales y la violencia sectaria la muestra el papel, nunca del todo precisado, que la pareja española desempeñó en la represión de los poumistas. Al contrario que De la Mora, sin embargo, que murió prematuramente, Jessica Mitford sobrevivió largas décadas y pudo distanciarse de la obediencia ciega, reconvirtió su activismo en la lucha por los derechos civiles y fue capaz de mirar su pasado sin rencores, con una mirada inteligente, compasiva y bienhumorada.

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