La venganza de 007
El regreso del agente secreto La película conserva la estética más oscura de su predecesora
El actor Daniel Craig vuelve a encarnar a James Bond en la continuación de 'Casino Royale', 'Quantum of Solace', que ha dirigido el versátil Marc Forster
Pocos confiaban en él cuando hace dos años se puso al frente de una de las franquicias más longevas de la historia del cine. Daniel Craig llegó al mundo de James Bond tras el culebrón que precedió a su elección como el nuevo 007 y los cruces de declaraciones entre la productora y su predecesor, Pierce Brosnan, al que se invitó a no continuar. Pero hacía ya tiempo que las aventuras de James Bond habían perdido gancho. No en la taquilla, donde, pese a todo, seguían funcionando (aunque ya sin el esplendor de antaño), pero sí entre muchos espectadores y críticos que admitían sin ambages que la serie debía terminar.
A esa franquicia moribunda llegó hace dos años Daniel Craig, rubio, de ojos azules y de facciones y físico más duros que los de Brosnan y más cercanos a los del primer Bond, Sean Connery, y ese retorno a los orígenes fue el espíritu de su debut bajo el esmoquin del agente secreto, Casino Royale. Dirigido por Martin Campbell, el filme es una historia iniciática que, al estilo de otras reinvenciones (como Batman Begins), pretende volver al origen del relato, del personaje, obviando cuantas adaptaciones al cine se hayan hecho antes sobre él. Hay coches, chicas guapas y acción, sí, pero ni un ápice del impostado y falso glamour que hizo de algunos títulos de la serie más una parodia que una película de espías. El nuevo 007 está lejos de ser el perfecto caballero, el elegante asesino que no se ensucia las manos y el impenitente seductor que ha acompañado a varias generaciones de espectadores. Todo en Casino Royale es brutal, sucio y violento. Y así es también el nuevo Bond.
Marc Forster sustituye a Campbell en esta nueva entrega de la serie que, como novedad, no es otro capítulo de las andanzas de James Bond, sino una secuela en toda regla de la anterior cuya acción comienza apenas unas horas después del fin de Casino Royale, con 007 emocionalmente herido tras ver morir a la mujer que ama.
De difícil traducción exacta, Quantum of Solace es algo así como la cantidad de afecto, compromiso y sacrificio que dos personas deben aportar a una relación para que funcione. El título está tomado de uno de los relatos del padre de James Bond, Ian Fleming (de cuyo nacimiento se ha celebrado este año su primer centenario), aunque eso es lo único que hay de esa historia en un filme cuyo rodaje, siguiendo una de las tradiciones de la franquicia, ha saltado del Reino Unido (el famoso 007 Stage de los estudios Pinewood) a Chile, Panamá, México, Italia y Austria y además ha exigido a su protagonista un nivel físico que le ha causado algún que otro accidente.
Tras la muerte de Vesper (Eva Green), 007 está sediento de venganza, y ese ansia le lleva a Mr. White (Jesper Christensen), que le proporciona las primeras pistas para seguir la madeja de la red de conspiraciones y mentiras que chantajeó a la espía fallecida. Siguiendo el rastro de un traidor del MI6 con cuentas en Haití su camino se cruza con el de Camille (Olga Kurylenko), otra joven herida en busca también de revancha que le lleva ante Dominic Greene (Mathieu Amalric), el enigmático líder de la organización.
Una vez que ha fijado el objetivo sobre su presa, ni las advertencias de M (de nuevo interpretada por Judi Dench) ni el riesgo de comprometer la seguridad de su país (amén de la suya propia) conseguirán desviar a Bond de su camino hacia la venganza.
También se estrena esta semana Appaloosa, un western dirigido por Ed Harris y protagonizado por él mismo junto a Viggo Mortensen, Jeremy Irons y Renée Zellweger. Otras novedades que llegan a la cartelera son El Greco, del director cretense Iannis Smaragdis; la galardonada Leonera, quinto largometraje del director argentino Pablo Trapero; Asfixia, adaptación de la novela de Chuck Palahniuk, con Sam Rockwell y Angelica Huston en el reparto; y las españolas Amateurs, de Gabriel Velázquez, y Las tierras altas, de Carolina del Prado.
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