La ventana
Luis Carlos Peris
Diferencias con la gran riada de 1957
Martes Santo uno de los días más augustos y señeros de la Semana Mayor que guarda grandes contrastes, todos con sus significados: tarde de barrio, de algarabía, de aromas, de vecinas de antaño, de vivencias y colores; frente a una noche de silencios, de sensaciones y de sencillez profética. El día tiene los típicos contrastes sevillanos, que callan nuestros tópicos, pues Sevilla sabe guardar los modos y los tempos. Claro ejemplos lo tenemos en el silencio y recogimiento interior del público ante el paso del Cristo de las Almas; y el anverso las vivencias del barrio del Cerro ante Nuestra Señora de los Dolores, la alegría y los sentimientos vivos que se reflejan en las caras de sus vecinos ante su Virgen. ¡Cuántas vivencias, sentimientos se viven en estos días de piedad popular!
Aunque, últimamente la sociedad se está dejando llevar por unos “modos” que dejan atrás nuestras costumbres y guisas de nuestra Semana Mayor, el otro día leí un artículo sobre los “comepipas”; quizás el problema no sea comerlas, la cuestión es cuidar el comportamiento y la indumentaria, como siempre, se ha hecho por tradición y por respeto a estos días grandes de la ciudad, sin distinción de clases, simplemente guardando nuestro estilo, mantenido generación tras generación adaptándose a los tiempos, sin perder la verdadera identidad.
Igualmente, esperando las cofradías o viéndolas, también se han visto recientemente unas actitudes poco correctas como grupos tumbados en el suelo, botellonas,... Comportamientos más bien de un picnic o de acampada, y para eso hay otros lugares en la ciudad. El desfile de una hermandad debe de ser respetado y pensar que estos nazarenos y costaleros están realizando su estación de penitencia. A la par, también se debe respetar al público que está tranquilamente viendo los pasos por las calles sin bullas y jaleos.
Además debemos pensar cuántos cofrades jóvenes, mayores e incluso niños están todo el año trabajando por y para su hermandad, y especialmente en los días de cuaresma preparando con gran ilusión y cariño, para que todo esté perfecto: los priostes preparando los enseres, los secretarios con las listas, mayordomos con el reparto de papeletas de sitio, los diputados organizando la cofradía; es todo una comunidad cofrade trabajando para que todo esté perfecto; y eso hay que valorarlo y cuidarlo; pues sin estos cofrades que colaboran desinteresadamente no sería posible nuestra Semana Santa.
Cabe destacar, la gran labor que hacen las bandas y asociaciones musicales, que todo el año están ensayando y preparándose para estos días, sin olvidar la gran labor social que hacen con los jóvenes. Por ello, debemos respetar durante las procesiones a los músicos porque podemos al atravesar entre sus filas hacerles daños y pensar que ellos también son protagonistas activos de nuestra procesiones
Hago un llamamiento también a los penitentes y costaleros que piensen cómo debe de ser su comportamiento en la calle durante la procesión. Pues al salir en su hermandad acompañando a sus titulares, no es sólo vestir el costal o la túnica, es revertirse del mensaje de Jesús y reconvertirse. De no ser así, la estación de penitencia no tendría sentido y se quedaría en un mero costumbrismo.
Las hermandades deben seguir manteniendo su recogimiento interior, no sólo me refiero a las llamadas de “negro”, me dirijo a todas, cada una con su idiosincrasia particular y cuidando el proceder de sus hermanos y hermanas, de acuerdo con sus reglas. Pues no es cuestión sólo de aumentar el número de nazarenos, se trata de mentalizar a los hermanos de la labor evangelizadora, penitencial y del recogimiento interior con ese anonimato que da el antifaz. No es cuestión de criticar a nadie, simplemente debemos guardar y mantener nuestro estilo sevillano y pensar que acompañar a nuestros titulares es más que un mero desfile. Igualmente, el turismo debe acomodarse a nuestro estilo y formas de la Semana Mayor y no al revés. Pues no todo vale ante el fomento de turistas en nuestra ciudad. La Semana Santa debe mantener sus orígenes y costumbres que la han hecho importante y ser lugar de referencia a nivel universal como bien inmaterial. Cuando salimos al exterior y se habla de nuestras hermandades todo son puntos de referencia y de admiración, no echemos por tierra todo lo construido durante siglos. De nosotros dependerá el cuidarla y guardar su identidad.
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