Se está escuchando que la Semana Santa sevillana va a morir de éxito, pero ¿realmente creemos eso? Mientras que haya cofrades que sepan la esencia de nuestra Semana Mayor, yo no lo creo, pero para eso debemos enseñar a las nuevas generaciones la verdadera identidad de nuestras hermandades, procesiones y de estas fiestas católicas, sin aferrarnos al pasado, adaptándonos a las nuevas situaciones y sin caer en esnobismos falsos. Pues verdaderamente hay que adaptarse a la actualidad, sin miedo, sin perjuicios y manteniendo lo esencial. Tenemos que dejar atrás polémicas mediocres fomentadas por las redes sociales y algunos medios, que cada vez hacen más labor tóxica y de falsa critica más que informativa. Las cofradías y los cofrades tenemos que estar pendientes y no dejarnos llevar por la inercia mediática y la globalización, que todo lo embulle.

Las innovaciones siempre han sido criticadas y limitadas por el miedo al cambio. No fue acaso un innovador Juan Manuel Rodríguez Ojeda o Antonio Castillo Lastrucci, entre otros, y, sin embargo, cuanto le deben nuestras hermandades a ellos. No se comprendería sin sus avances la actual Semana Santa. Precisamente la grandeza del catolicismo a lo largo de los siglos ha sido su capacidad de adaptación a los tiempos y a las distintas sociedades, su capacidad de sincretismo y las cofradías son claros ejemplos. En esta sociedad del siglo XXI las hermandades tienen que adaptarse a los nuevos tiempos sin perder sus raíces verdaderas, sin caer en un globalismo que lo tritura y amasa todo como un coloso, pues las cofradías además de ser entidades religiosas forman parte de nuestra cultura e identidad sevillana. Por eso, es necesario tener muy claro qué y cómo se quiere avanzar a corto y largo plazo. Para ello es conveniente elaborar unos planes y proyectos de futuro con una clara visión partiendo de la propia realidad actual, qué se quiere alcanzar y cómo. Viviendo el más grande de los mensajes de amor, el de Jesús.