Queda inaugurado el correcalles nacional

Con el texto de la ley de amnistía aún inédito ya se han activado todos los resortes de agitprop desde la derecha política, judicial y social

El secretario general de Junts per Catalunya, Jordi Turull; el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont  y la diputada de Junts, Miriam Nogueras.

El secretario general de Junts per Catalunya, Jordi Turull; el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont y la diputada de Junts, Miriam Nogueras. / E. P.

EL único eje narrativo que ha habido hasta ahora sobre la decisión de ceder la amnistía a los independentistas catalanes es el que han construido los contrarios a tal decisión. El PSOE ha optado por el catenaccio. Obviamente no se puede televisar una negociación que es una cerca de espino, pero ese silencio los ha dejado a merced de la tormenta. Ese cerrojo a la española le ha impedido articular argumento alguno mientras en la acera del PP y Vox se activaban todos los resortes: convocaron la comisión de las comunidades autónomas en el Senado, están construyendo, distribuyendo y aplicando argumentarios distribuidos urbi et orbe contra la catástrofe que –aún desconocida en su alcance final– se da ya por hecha; y han encendido la calle para mantenerla en llamas durante el ciclo venidero. Esta semana, Aznar ha hecho su trabajo vaticinando la enésima ruptura de España y tildando al presidente del Gobierno en funciones de ser "un peligro para la democracia" a la vez que ha decretado abierta "una crisis constitucional", sacando directamente al PSOE, por decreto aznarí, del constitucionalismo. Feijóo, que participaba en el mismo acto con Aznar, imbuido del mismo espíritu y con la senda trillada y marcada por el ex presidente, elevó el discurso y no solo excluyó a Sánchez y al PSOE de la Constitución, sino de España: "Frente al presidente que se rinde, España no lo hará". Vuelve, una vez más, el concepto patrimonialista de España con el PP repartiendo los carnés de españoles.

Pasarse de frenada

Al fin y al cabo, que el PP y Vox la emprendan a mamporros contra quienes le van a arrebatar un gobierno que daban por seguro tiene lógica política. La amnistía les ha dado hecho el discurso de la legislatura y un asidero para que Feijóo se agarre a algo sólido tras no alcanzar el poder. Pero como siempre, se pasan de frenada y llevan todo al límite. Maestros de la hipérbole, han enterrado tantas veces a España que cada vez resulta más evidente, al estilo de Zorrilla, que los muertos que entierra el PP gozan siempre de buena salud.

Jueces a la carga

Es más duro de tragar que el CGPJ vaya a votar en un pleno bajo sospecha una declaración contra la ley de amnistía. Por tres motivos: porque han convocado el pleno con una intención evidente antes de conocer incluso el contenido de la ley contra la que se pretende pronunciar. Porque la ley orgánica del Poder Judicial establece que los plenos extraordinarios se convocarán para abordar asuntos de la competencia del órgano y no es el caso: ni les corresponde pronunciarse sobre una ley nonata y mucho menos posicionarse sobre la investidura de un candidato a la presidencia del Gobierno. Y opera además otro hecho añadido de carácter moral y ético: los mismos consejeros conservadores que no han dado un paso para renovar un consejo caducado hace cinco años tratan de convertirse en turbo adalides de la supuesta extrema legalidad invadiendo, incluso, competencias del Consejo, como advierten algunos expertos. Imposible confiar en la ecuanimidad y el buen juicio de un órgano putrefacto.

La Asociación conservadora de jueces, la APM, también está haciendo ya su papel y anuncia que la amnistía será el "principio del fin" de la democracia española. Juzgan una ley cuyo contenido se desconocía cuando la tildaron de inconstitucional. ¿Es que en España no va a hacer nadie bien su trabajo? ¿Nadie va a hacer lo que le toca y cuando le toca?

España, en un correcalles

Obviamente es posible pronunciarse sobre el proceso en marcha y cada cual está en su derecho de hacerlo como crea. Pero hay demasiados peros. Que lo hagan órganos judiciales o una asociación profesional de jueces dictaminando la inconstitucionalidad de la ley antes de conocer sobre qué se pronuncian es grave porque desactiva la confianza de los ciudadanos en estas instancias y colectivos y esa merma de crédito abona una desconfianza tan grave como los posibles efectos de la ley. Eso suponiendo que a estas alturas alguien confíe en un CGPJ como el actual. Lo lógico, y además es su obligación, es que el PP y Vox y quien quiera y pueda hacerlo plantee un recurso de inconstitucionalidad contra la ley cuando se presente y se la hayan leído para tratar de suspenderla cautelarmente y que acudan al Tribunal de Justicia de la UE y a donde crean pertinente. Pero en este correcalles la oposición política y judicial vive mejor, hace más ruido, lo enfangan todo sembrando la duda indiscriminada y desestabiliza.

Deben pensar que es la manera más eficaz para recuperar pronto el poder.

Una amnistía con plomo en las alas

La cuestión de fondo y a falta de conocer el texto definitivo es que esta puede ser una decisión política nociva y con consecuencias graves. Hay que tener mucha y muy buena voluntad para creer que el objetivo final de la misma es la reconciliación de los independentistas con España, algo que les importa una higa, y no los votos para la investidura. Resulta imposible creer en la buena voluntad de quienes arrasaron con el Estado de derecho y las leyes y no solo no se arrepienten, sino que al menos una parte de los que firmarán el pacto (Junts) sigue apostando por la misma unilateralidad. No hay forma de tragarse un acuerdo semejante cuando desde cualquier tribuna los beneficiarios del acuerdo siguen hablando del Estado opresor, vindicando sus heroicidades y anunciando nuevas entregas.

Los chicos de los CDR y Tsunami Democratic, aquellas criaturitas

Es difícil aceptar que el PSOE trague con un relator en las negociaciones de partido, dejando que el fugado, que es de quien hay que desconfiar, lo ponga bajo sospecha. Un fugado que ha recibido en su despacho de fugado en Bruselas a los dirigentes socialistas y que es el mismo que quebró a la sociedad catalana, expulsó a cientos de empresas y tonteó con Rusia hasta límites que aun desconocemos en su afán por desestabilizar a nuestro país. Obsérvese que el último escollo en la negociación es la salvación del gran afectado, Josep Lluís Alay, amigo personal de Puigdemont y su ex jefe de gabinete. Alay está procesado por malversación y prevaricación, delitos que no serían anulados por la amnistía salvo que se conecten con el procés. Alay, junto a otros encartados como Madí, Vendrell y Terradellas estuvieron en el ajo de los contactos con el Kremlin, que según las grabaciones que constan en manos de los jueces, habría prometido enviar a 10,000 soldados rusos para blindar la hipotética independencia catalana. Con esta gente está el PSOE sentado en el diván bruselense. Y tampoco anima mucho saber que se pactará con quienes consideran que su contraparte gobierna un Estado no democrático y donde no rige la separación de poderes.

Pesada digestión

Es, en definitiva, una digestión muy pesada la exoneración de responsabilidad penal de miles de personas que rodearon el parlamento catalán, que asaltaron el aeropuerto del Prat, que tomaron la calle con un matonismo violento, que acosaron en sus centros de trabajo a quienes discrepaban, que expulsaron al contrario del espacio público, que rodearon y pintarrajearon domicilios particulares de constitucionalistas, señalándolos como apestados; que desviaron dinero público para uso fraudulento o que trataron de construir una imagen internacional de España como si fuera una república bananera. Cae mal que se vaya a limpiar la hoja de servicios de Tsunami Democratic y a esos CDR (Comité de Defensa de la República), hoy procesados por terrorismo y puede que mañana libres de culpa sin haber sido juzgados. Y, por último, es insoportable ver a Puigdemont en el sofá de las negociaciones, haciendo declaraciones a los medios y sonriendo rehabilitado, como si fuera un político homologable en vez del tipo que huyó del país en el maletero del coche tras dejar a Cataluña en llamas. Den por seguro que estos mismos argumentos los harían suyos muchos líderes socialistas que están hoy enfrascados en esas negociaciones si no necesitaran los siete votos de los independentistas.

Vencer y convencer

Claro que hay muchos motivos para oponerse a esta amnistía y al debate que se abrirá de inmediato sobre el referéndum de autodeterminación. Incluyendo la previsión de las horcas caudinas que aguarda al Gobierno cada vez que tenga que negociar con Puigdemont un avance legislativo. Pero todo, hasta ahora, son juicios de valor, hay que admitirlo. Ir a este acuerdo con el argumento de ofrecer como alternativa a este pacto un gobierno de la derecha y la ultraderecha le da argumentos a las bases pero sepulta el apoyo y al afecto de una buena parte de la sociedad progresista que no se siente representada en este movimiento. Tildar a todos los discrepantes de fachas le servirá para escribir un argumentario de madera pero no para convencer. Vencer y convencer, desde Unamuno hasta hoy, son verbos que al conjugarse exhiben universos políticos diferenciados si no antagónicos. Sí hay motivos para enfadarse, pero hasta para discrepar y mantener a la vez las constantes de un Estado de derecho y no convertir la vida pública española en un fangal hace falta inteligencia, mesura, voluntad y procedimientos.

Contrafactual ingenuo

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones, 23 de julio. Noche electoral: "Aunque el resultado electoral nos permita intentar formar gobierno pactando con fuerzas independentistas, quiero decirle con rotundidad al señor Puigdemont que el primer paso que tiene que dar es entregarse a la justicia española. Que después nombre un interlocutor de Junts y que sepa ya que en la mesa de negociación no estará ni la amnistía ni el referéndum porque los socialistas solo actuaremos en defensa de los intereses de los españoles. En ese sentido, trataremos de acordar medidas tendentes a normalizar la situación en Cataluña. Pero si hay que votar de nuevo, votaremos. Porque no todo vale por conseguir el poder".Igual hubiera cantado otro gallo en la repetición electoral.

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