Semana Santa en la Catedral

Actualmente, más de sesenta hermandades realizan cada año la estación de penitencia

LA conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, que se celebra entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Pascua, reviste a Sevilla de una notable importancia, ya que muchos sevillanos forman parte de las cofradías que acompañan a sus titulares en las estaciones de penitencia.

La Semana Santa en Sevilla es conocida en todo el mundo por sus sobrecogedoras salidas procesionales y sus pasos magistralmente elaborados. Cada año, miles de visitantes vienen a nuestra ciudad para presenciarlas, y es fácil entender por qué. Los pasos procesionales son evidentes obras de arte, con figuras religiosas esculpidas con gran detalle y ornamentadas con esmero. Contamos con una rica tradición de artistas que han dejado su impronta en esta bendita ciudad a través de los siglos. Su abundante producción nos ayuda a vivir este tiempo santo, tan hermoso y exuberante. Un elenco de imagineros, plateros, bordadores, ebanistas, floristas… mantiene viva la tradición artesana procurando bienes materiales de valor estético, religioso y sentimental.

Toda esa belleza plástica es posible gracias al esfuerzo de las hermandades y cofradías, a su capacidad de generar recursos materiales para embellecer el culto a Jesucristo y a su Santa Madre, así, como a la generosidad de cientos de devotos que han ofrecido a sus amados titulares desde preciosos rosarios hasta recargadas coronas, ofrecimientos de bordados y ornamentos litúrgicos, sin olvidar la gratitud expresada en millares de flores para adornar de colores y aromas los cultos y las estaciones de penitencia.

Sin duda, estamos llamados a cuidar nuestras tradiciones y costumbres, para poder seguir transmitiendo nuestra historia y cultura a las generaciones futuras. Por eso, es importante recordar que la conservación del patrimonio no solo es una responsabilidad religiosa, sino también un cometido social y cultural.

Asimismo, la Semana Santa es un tiempo de reflexión y penitencia. Todo ese patrimonio artístico se custodia para el culto en espacios de fe e intimidad cofradiera.

Entremos ahora en la Catedral, revestida de arte donde resaltan esas obras de singular belleza, para la oración y la contemplación.

Por decisión del sínodo que convocó el arzobispo Fernando Niño de Guevara en 1604, todas las cofradías deben pasar obligatoriamente por la Catedral. Actualmente, más de sesenta hermandades realizan cada año la estación de penitencia. Para ello, siguen lo que se conoce como la carrera oficial, camino que las conduce al primer templo de la diócesis. Entran por la Puerta de San Miguel o Puerta del Nacimiento y avanzando por la nave de San Pablo, pasan por delante de la Capilla Real saliendo por la Puerta de los Palos, que se encuentra en diagonal, opuesta a la Puerta de San Miguel, entre la Giralda y la Capilla Real.

Manos primorosas del equipo de mantenimiento y sacristanía lustran la plata que revisten el altar instalado en la nave del crucero norte. Antiguamente, se colocaba delante del retablo mayor durante las octavas de las festividades del Corpus y de la Inmaculada Concepción y para ensalzar las celebraciones litúrgicas.

Configurándose como una estructura monumental portátil, desde el Año Jubilar (2000), quedó instalado detrás de la Puerta de la Concepción, permitiendo mayor capacidad de fieles hasta el mausoleo de Cristóbal Colón.

El Cabildo Catedralicio acoge a los sevillanos para participar en los actos litúrgicos que se celebran durante la Semana Mayor, presididos por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz. Así, la mañana del Martes Santo se celebra la Misa Crismal, a la que está invitado todo el clero sevillano a una de las ceremonias más bellas y de más rico simbolismo de todo el año litúrgico. En ella, el obispo bendice los óleos, los cuales se distribuyen entre todas las parroquias para la vida sacramental.

En cuanto al Triduo Pascual, el arzobispo preside la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo en este mismo emplazamiento.

De igual manera, debemos destacar el tabernáculo que acoge el Santísimo Sacramento para su adoración en el Jueves Santo. Es la pieza central del denominado Monumento que se instala en la Capilla Real, ante el cual, se arrodillan todas las cofradías a su paso por el trasaltar mayor en la madrugada del Viernes Santo.

Con el Sábado Santo tiene lugar la Vigilia Pascual, para concluir la semana grande el Domingo de Resurrección, donde el Cabildo acude en pleno al Palacio Arzobispal para felicitar y recoger al arzobispo y acompañarle hasta la Catedral, para la celebración de la Eucaristía que rememora el inicio del cristianismo.

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