La ventana
Luis Carlos Peris
Solidaridad y chantaje mano a mano
Visto y Oído
En tiempos de postureo es a veces difícil encontrar la naturalidad. Ahí la televisión vence con facilidad a las redes sociales. Hay que ser profesional para estar realmente relajado ante el objetivo y no caer en artificios. La vida real parece arrastrarnos a ese mundo paralelo donde estamos más cómodos apretando los labios como si estuviéramos en un selfie perpetuo. Lo natural es esencial y cuesta escarbar para encontrarlo entre los posados,
En tiempos de tertulia arrebatadas, donde el vehemente gana la partida de lo viral y la aceptación fácil, el mayor regalo es además la espontaneidad: cuando la naturalidad se sublima y en ocasiones regala lo mejor.
Uno de los miembros del equipo de El Hormiguero, Jordi Moltó, es especialista en poner la cámara y ante lo que parece un escenario artificioso se produce entonces el milagro de la espontaneidad supina. Sus convidados se ven libres entonces para despejarse y quitarse cualquier aderezo de camuflaje.
Hemos visto a sus mayores invitados probar platos raros, escuchar música con décadas de diferencia o revelar sus sinceras confesiones sobre el sexo y la fidelidad conyugal. El contrapunto de 'enfrentar' a sus mayores con niños o adolescentes se convierte en contraste sabroso, el producto es divertido pero siempre hace pensar y de la risa se puede pasar a la lágrima con esa naturalidad que destila la buena televisión.
El último vídeo de Moltó, este jueves con la cantante Rosalía como becaria preguntando por sí misma, es de esos retos que tiran de la manta y muestra la calle a través de la rendija de una broma bien trazada. Es un hallazgo, hay que ver ese vídeo y fijarse en los detalles, en los gestos.
Las opiniones de cerca le habrán servido a Rosalía más que un informe sociológico caro. Pisar la calle es pisar la realidad. Es lo que no hacen los políticos y es algo a lo que precisamente no podemos renunciar los medios.
También te puede interesar
Lo último