
Tribuna Económica
Carmen Pérez
El euro digital como arma estratégica
Repasando los entrenadores que han pasado por el banquillo sevillista nos reafirmamos en la incoherencia del proyecto. Como en una serie perfectamente diseñada pasamos de un tipo de técnico a otro que está en las antípodas. Desde el adiós a Lopetegui se pasó del pragmatismo de Mendilíbar al no se sabe a qué juega de Diego Alonso y así una serie de nombramientos en los que se va de la carne al pescado sin solución de continuidad.
Este proyecto que lidera una cúpula dolorosamente contestada se comporta a impulsos cardiacos más que cerebrales. Y entre esos impulsos pasionales se halla la sustitución de García Pimienta por Caparrós, dos entrenadores que conciben el fútbol de forma muy distinta, diametralmente opuesta. Y posiblemente, el error esté en la génesis de esta fase, ya que la filosofía de juego que intenta el catalán parece absolutamente contraproducente para el plantel actual.
La plantilla de ahora no tiene entre sus preferencias lo de cortita y al pie junto a las combinaciones cohesionadas y unas rápidas transiciones. Ahora y con la sombra del descenso más temida que real se va al brindis al sol de contratar a un técnico que debe ejercer la tarea de muro de contención entre el aficionado y el palco. Por ahí es perfectamente comprensible que se haya optado por la figura del utrerano, tan dado a la protestación de fe sevillista venga o no a cuento.
Toda la suerte del mundo al hombre que sacó al Sevilla del fango en compañía de Roberto Alés y de Monchi cuando alboreaba el Siglo XXI. A siete puntos del descenso, la tarea de evitar la catástrofe no se antoja complicada y si a la vez que consigue la tranquilidad logra que el ambiente se haga más respirable, miel sobre hojuelas. Y dicho lo cual, a ver si de una vez se hacen las cosas con la cabeza y no a impulsos cardiacos ni apostando por un diario brindis al sol.
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