Crónica Personal

La guerra de Podemos

Coyuntura. La formación morada está a la baja y Sánchez, a quien le inquieta la futura presidencia de Feijóo en el PP, le preocupa el panorama

Yolanda Díaz.

Yolanda Díaz. / Juan Carlos Muñoz

Yolanda Díaz nunca se ha afiliado a Podemos y no se va a afiliar. Al contrario, cada vez es mayor la distancia que la separa de la actual dirección del partido que Pablo Iglesias pretendía que ella dirigiera. No lo dirige porque no ha dado ningún paso en ese sentido, ni lo va a dirigir. Ione Belarra e Irene Montero seguirán siendo sus principales cabezas, aunque no se sabe durante cuánto tiempo, porque las siglas se devalúan cada día. Las dos son ministras pero su papel es irrelevante en el Gobierno; Pedro Sánchez no despacha con ellas sobre cuestiones políticas. O sobre nada, se ven en las reuniones del Consejo. El presidente despacha con Díaz, aunque no excesivamente. Sólo cuando le interesa para resolver un asunto muy concreto.

Esta semana, por ejemplo, habló con ella el martes para decirle que en la sesión del Congreso del día siguiente anunciaría su marcha atrás en su decisión inicial de no enviar armas ofensivas a Ucrania más allá de la operación organizada por la UE a través de un fondo especial. Díaz le dio su apoyo, pero no informó a Belarra, que al día siguiente, al igual que Montero, no aplaudieron cuando el presidente explicó que había reconsiderado su posición anterior. Yolanda sí lo hizo.

El cambio de criterio se debe a muchas razones. Sánchez dio argumentos humanitarios, de guerra desigual e injusta, pero ya los conocía cuando decidió que, al contrario de la mayoría de los restantes países europeos, no cooperaría con Ucrania para defenderse de la agresión rusa. La razón principal era, aunque no lo dijo, que su posición, incomprensible para la mayoría de sus compañeros europeos, podía provocar que la cumbre de la OTAN que se celebrará dentro de pocos meses en Madrid, podía desplazarse a otro país. Y había una segunda razón: a Sánchez le preocupa el cambio que se está produciendo en el PP, que saldrá reforzado por el relevo de Feijóo por Casado.

El que será nuevo presidente del PP es un rival mucho mas potente, más peligroso. Con más peso político y demostrada experiencia de gestión. Sánchez ya no tiene tan asegurada la reelección como hace unas semanas, y cuanto menos motivo dé al nuevo PP para tratar de ganarle la batalla, mejor. En ese sentido, aparecer como un presidente que defiende políticas de Estado y al mismo tiempo se distancia de un Podemos a la deriva, mejor. Sánchez no tiene intención de romper la coalición, si hay ruptura que sea Podemos quien lo decida. Cuenta hoy con una baza importante: podría seguir en el Gobierno hasta el final de le legislatura con el apoyo de Cs, partidos nacionalistas centrados... y la abstención del PP. Porque el cambio en los populares abre esa posibilidad, o eso piensan Sánchez y su equipo. Feijóo sabría vender que su partido es capaz de una decisión de ese tipo demostrando su voluntad no sólo de abrir cauces de colaboración en asuntos de Estado sino que da el paso adelante necesario para acabar con la presencia en el Gobierno de un partido populista, radical y en muchas cuestiones anticonstitucional.

Ucrania y Feijóo

Un escenario que no han advertido Belarra y Montero, aunque sí Garzón y Subirats, los cuatro ministros que, junto a Díaz, conforman el equipo gubernamental de Podemos. La guerra de Rusia contra Ucrania que conmociona al mundo por su brutalidad, más la nueva situación del PP, afecta por tanto directamente al futuro de Podemos, que ya se presentaba incierto desde hace tiempo, como se comprueba no sólo con los sondeos, unánimes en ese sentido, sino con los resultados que ha tenido en las últimas convocatorias electorales.

Yolanda ya tenía en cuenta esa situación a la baja cuando Iglesias dejó el Gobierno y la designó futura secretaria general de Podemos, a la espera de la confirmación del consejo ejecutivo. No la hubo porque Díaz no sólo no presentó su candidatura sino que no pidió la militancia. Al contrario, anunció la creación de una plataforma que se quedó en un encuentro en Valencia de cinco mujeres de desigual biografía política y, después, unos meses de parón y el anuncio de que retomaría el proyecto esta primavera.

Mientras, las relaciones con Belarra y Montero se han convertido en inexistentes, o de confrontación como la que se visualizó el miércoles a costa del envío de armas a Ucrania. Los únicos apoyos que tiene Díaz en Podemos son los de IU, y Ada Colau como principal representante de En Comú. Ésta ha comparecido ante la Justicia como imputada por un caso de subvenciones del Ayuntamiento de Barcelona que podrían no cumplir los requisitos necesarios. También atraviesa problemas con la Justicia la vicepresidenta valenciana y socia de Díaz para su plataforma, Mónica Oltra, por los supuestos abusos sexuales de su ex marido a menores tuteladas en centros de la Generalitat, que aparentemente trataron de solapar la situación.

No tiene suerte, por tanto, Díaz en la elección de sus compañeros de plataforma. Más Madrid ya ha anunciado que no se suma a esa plataforma, aunque lo intentó la vicepresidenta segunda a través de otra de sus compañeras de la reunión de Valencia, Mónica García. La situación de esa plataforma está tan poco desarrollada que Díaz sí ha adelantado que no se presentará a las elecciones andaluzas, que tienen que celebrarse en octubre como fecha límite.

Los apoyos que sirven de punto de partido para el trabajo de crear la plataforma los tiene en Cataluña con En Comú, y también en los comunes gallegos. Cree que a través de Oltra podría sumarse Compromís a su proyecto, pero no se ha advertido más acercamiento a la de la vicepresidenta del Gobierno central que el de la vicepresidenta valenciana.

Los memes de Yolanda

En su entorno dan a entender que Díaz tiene plan B si no sale adelante la plataforma: integrarse en una lista socialista como independiente. Cree que Sánchez la acogería en el caso de que su desvinculación con Podemos fuera definitiva y además renunciara a crear un nuevo proyecto político.

Es una posibilidad, pero en el PSOE no tienen una gran opinión de Díaz e incluso explican que forma parte del Gobierno por exigencia de Iglesias. Ni la consideran una política extraordinaria –incluso afirman que es mucho mejor su secretario de Estado, conoce mejor los temas que la vicepresidenta– y comentan también que la ven excesivamente pagada de sí misma, al punto de que da una exagerada imagen a su aspecto físico. Lo critican e incluso se hacen eco de los comentarios y memes que circulan por las redes sociales.

Desde hace meses es creciente el alejamiento de Díaz con Podemos y, lo más importante, el alejamiento de Sánchez con Podemos. Incluido Iglesias. Cuando se le pregunta al ex líder de Podemos –quizá todavía lo sea, vista la irrelevancia de Belarra– responde con un ambiguo "estamos en contacto", lo que niegan las personas más cercanas al presidente. No existe contacto entre ellos, más allá de alguno de tipo casual.

Los dos factores señalados, la guerra de Ucrania y el cambio profundo del PP, son para tenerlos en cuenta para tratar de hacer un pronóstico de futuro. Pero si hay que apostar, todo apunta a que no se repetirá en el futuro un Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos. No ha sido un éxito, sino un foco de problemas. Aunque ha servido a Sánchez para sacar adelante sus proyectos más polémicos.

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