La ventana
Luis Carlos Peris
Y por encima de todo, la marca Sevilla
Cuando la sinrazón más grande jamás vivida decidió hacer una tregua para que el muro más ominoso que levantó el hombre fuese abatido, gobernaba en España Felipe González, era un jueves más frío del que ayer hacía en esta Sevilla nuestra, el Sevilla iba como un tiro de la mano de Cantatore y sostenía el Betis de Corbacho un paso de oca que hacía creer que el retorno sería fácil, mientras que Sevilla parecía un oasis en el desierto andaluz porque sus tres pantanos eran los únicos que garantizaban el consumo de agua para un año. Era el 9 de noviembre de hace treintaicinco años y un tiempo nuevo se presagiaba con eso de que el alemán oriental pudiese pasar por la Puerta de Brandeburgo sin que vopo alguno le apuntase. Parece que fue ayer y es que está demostrado que treintaicinco años no es nada, claro que no.
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