PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Astrofísica del paro sevillano

LA huelga comenzó en Sevilla a la búlgara y acabó a la panameña. De la madrugada de unanimidades al raso en fábricas y transportes, a la noche de sofá con la audiencia televisiva liderada por el bolo del Panamá-España futbolístico, con el término medio de una tarde de puertas abiertas y hábitos cotidianos. En la jornada europea de movilizaciones sindicales, avergüenza nuestro liderazgo en la fabricación de parados. Ceca y meca de la moneda única del cabreo porque devaluamos hasta niveles temerarios el valor de vivir sin deudas ni hipotecas.

Una vez más, los partidos políticos han desaprovechado una jornada propicia para hacer una huelga a la japonesa de 24 horas y concelebrar con los ciudadanos (a los que casi nunca escuchan) una tormenta de ideas que propicie la radical mejora de la educación, de la productividad, de las administraciones públicas y del reparto del bienestar. Mientras tanto, el capitalismo europeo estudia a fondo el currículum de los nuevos líderes de China y su partido único, para hacer negocio con ellos a cambio de apoyar su pequinesa huelga de libertad.

Sevilla deja atrás la jornada de paro general y se mira hoy de nuevo, agobiada, en el retrato del general paro. Los contrapuestos gobernantes de siglas antagónicas se refugian en el mediocre juego de la confrontación, mientras en la trastienda ejercitan la única política que dominan para estimular el empleo: enchufar a los suyos.

A pie de calle, la geografía física y económica del paro sevillano es el reflejo de la política de concertación entre la Junta, la patronal y los sindicatos. Opípara para sus corifeos, ruinosa para el pueblo. Ahí no hay cambio climático ni aunque lo denunciara Al Gore. Tendremos que echar mano de los grandes científicos de la NASA, universidades de Londres, Colonia, etcétera, reunidos esta semana en la Olavide para la Conferencia Nacional de Astrofísica. Investigan cómo determinar la composición química del cosmos. Quédense unos días más, les rogamos que apliquen su sapiencia y su tecnología computacional para determinar si algún día la composición química del microcosmos sevillano dará lugar a la formación de otro tipo de estrellas (y estrellados), o estamos condenados a ser de otra galaxia.

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