Burlando a Herodes en la noche más hermosa

calle rioja

Recorrido. Con la protección de Todos los Santos, los Magos de Oriente salieron de Ómnium Sanctórum en una cabalgata que acabó en Alcalá del Río a las ocho de la mañana

Los Reyes en una de las viviendas que visitaron.
Los Reyes en una de las viviendas que visitaron. / M. G.

08 de enero 2024 - 06:00

ESTO escribía Luis Cernuda en su poema ‘La Adoración de los Magos’: “Si la leyenda mágica se hiciera /realidad algún día”. Se hizo realidad la noche del viernes, contraviniendo otro verso del poeta de la calle Acetres: “todo lo cansa el tiempo, hasta la dicha”. Los Reyes Magos, ajustándose al guión del Evangelio de san Mateo, tenían que burlar por todos los medios al rey Herodes. “Cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo”, les había dicho a los tres magos.

De engañar a Herodes se encargó Joaquín de la Peña, hermano mayor de la Reina de Todos los Santos, que desde hace 27 años lleva a sus Majestades a hogares de la capital y municipios de la provincia. “Te cubrirá una multitud de camellos, dromedarios de Madián y de Efá”, dice el libro del profeta Isaías.

El camello de Joaquín era una furgoneta estacionada junto a la puerta lateral de la iglesia de Ómnium Sanctórum. La barba de Melchor (Enrique Castellanos, restaurador con taller en la plaza de san Lorenzo) era de Oriente; la de Gaspar (el periodista que firma esta crónica) venía de Occidente, hasta el punto de que el barbero de la calle Amor de Dios, Manuel Melado, llegó a pensar en una infidelidad de su cliente. El único sin barba, como mandan los cánones de la cuenca del Nilo, era Baltasar (Antonio Martín Mateos, agente forestal de Aznalcóllar).

Para despistar a Herodes hay que caminar por un lateral del mercado de la Feria rodeando la plaza Calderón de la Barca. Los primeros niños son Victoria y Marcelino. La agenda de los magos está llena de millones de nombres, por lo que tenían que hacer algún ejercicio de mnemotécnica para asociarlos con la nao que completó la primera vuelta al mundo y con el autor del gol a la Unión Soviética.

Van primero a la calle González Cuadrado, donde el abuelo de Carla y Manuela los obsequió con réplicas de oro, incienso y mirra. David ha vencido a muchos Goliath. Hijo de cuponero, alegra la estancia de los Reyes en la calle Feria, por la que ya han pasado las carrozas de Lipasam por la alfombra de caramelos. Una última parada del barrio en Faustino Álvarez, nombre del primer director de los Altos Colegios.

La noche es larga. Javier Solano y Marta Romero son los adelantados. En los camellos, los Reyes; en los dromedarios, sus tres pajes, a saber: Alicia, María José y Ana. María, hija de Joaquín es la capitana de la expedición. La calle Venecia suena a gondoleros, a pintores renacentistas. Da nombre a la calle donde viven dos hermanos que son monaguillos en Ómnium Sanctórum. En la calle Canalejas les esperan dos hermanas. La carta les llegó desde Toledo. El abuelo está sentado y la abuela ha preparado un agasajo epifánico. Antes de subir, dos jóvenes se bajan de un taxi. No se pueden creer lo que están viendo. La ilusión no tiene fecha de caducidad.

Visitas al Polígono San Pablo (calle Sevillanas), a Los Remedios (Pedro Pérez Fernández). En Torreblanca les espera Valentina. Nació sin ver, pero lo sueña todo. Su voz es música celestial. Se abraza con sus majestades, a los que se les nubla el sentido de la vista porque hay cosas que sólo se ven con el corazón.

Hay un niño que está deseando ser hermano mayor: no es un cofrade precoz; su madre está embarazada y están en pleno consenso de ponerle nombre. En una de las casas ha llegado un perrito lanudo y juguetón, hay que ponerle nombre. Melchor y Gaspar le proponen al niño, aficionado al baloncesto, un nombre: Epi, apócope de Epifanía e ídolo de la historia del basket español.

Los Reyes Magos no son ni reyes ni magos. Hay quien dice que ni siquiera eran tres. Antes de salir de la iglesia, Joaquín de la Peña siempre cuenta la historia de Artabán, el cuarto mago. Melchor, Gaspar y Baltasar van a conocer oficios muy diversos en las casas que visitan: un ferretero en La Algaba, un bombero forestal en Palomares del Río, a quien además se le da muy bien la imaginería. Ahora que el fútbol es la nueva religión de las Arabias, a los Reyes les sorprende la afición de los infantes que visitan a otros deportes: el paddle, el baloncesto, el ajedrez, que también tiene dos reyes en el tablero. Álvaro está profundamente dormido en su pijama de Mario Bros. A su hermano lo han despertado los cuchicheos de los magos. Su pijama es de Pikachus.

Dicen que el Sol es una estrella de tercera generación. Hace mucho que se ocultó, a lo mejor también huía de Herodes, y la noche cerrada por los campos de la ribera y el Aljarafe la preside la luna, la que en sus particulares cabañuelas define el calendario de la Semana Santa. El camello se queda en la calle cuidando de la furgoneta, los Reyes suben escaleras y alguna vez por el ascensor, ingenio que apenas conocen y donde se sienten como pollos en el horno. ¡Cómo agradece Gaspar la camiseta interior que alguien le compró en los almacenes Pérez Cuadrado de José Gestoso, tienda de 1944! Que le echen inviernos y estalactitas.

El mágico viaje termina poco antes de las ocho de la mañana en Alcalá del Río, la romana Ilipa. Ya funcionan los autobuses, esa competencia de camellos y dromedarios. Herodes ha vuelto a fracasar. Ha mandado a sus esbirros por toda la ciudad. Le dicen que han visto la furgoneta por Kansas City, por la Ronda del Tamarguillo, por la avenida de la Paz. Se quedó sin ver al niño. El protagonista de este verso de Jorge Guillén, compañero de generación de Cernuda: “Junto al borrico, junto al buey / la criatura desvalida / dice en silencio: no soy rey, / soy camino, verdad y vida”.

Uno de los niños se llama Edén. Metáfora de este paraíso de sueños e ilusiones de los Reyes Magos, que salieron, con versos de Cernuda, “como pastores nómadas, cuando hiere la espada del invierno”. Los camellos no tienen kilometraje. Así transcurrió esta Cabalgata íntima y de interiores. Gaspar tiene cita hoy con el barbero de Amor de Dios.

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