La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La alegría de Fito
GUSTEN o disgusten, los fallos del jurado del Carnaval de Cádiz siempre tienen consecuencias. Estamos ante la llamada noche de los cuchillos largos, porque a las tres y pico de la próxima madrugada se conocerán los nombres de los finalistas. Sólo pueden pasar tres coros, tres comparsas, tres chirigotas y tres cuartetos, pero hay cuatro coros, cinco comparsas y cinco chirigotas cuyo nivel es más que suficiente para garantizar una buena final. Nombres ilustres se van a quedar fuera. Y eso es lo que se llama un cajonazo, aunque ahora se ha puesto de moda calificarlo como babuchazo.
Los cajonazos o babuchazos que recibieron Juan Carlos Aragón y Los Carapapa en 2013 están en el origen de sus ausencias. También se los dieron a Joaquín Quiñones y Jesús Bienvenido, que no han concursado este año, aunque con menos aspavientos. Duele mucho un cajonazo, porque no se consigue el objetivo. Es lo que le ha pasado, por ejemplo, a José Antonio Alvarado, autor de Los shuténticos chunguitos, chirigota de Sevilla. Con ese grupo, otros años ha estado en la final, o al menos en semifinales. Esta vez se quedó en cuartos, aunque cerca de pasar. Al conocer el resultado, dijo: "Yo arriesgo mucho y no me compensa este sacrificio. Esto es un punto de inflexión". Alvarado se refirió a "una corriente que parece que quiere que no estemos". Es una típica reacción tras un cajonazo. Y es verdad que su chirigota tenía nivel para pasar, pero las nueve semifinalistas también.
En todo esto influyen las modas del Carnaval y la conexión con el público. El Carnaval de Cádiz cada año es más visual. Da la impresión de que se valora más el tipo que las coplas: lo que se ve llega antes que lo que se dice. Y así es fundamental conectar con el público a la primera. Eso lo han conseguido Vera Luque con su chirigota del Gobierno, o los Patxi de Bocu y Rodicio con sus vasquitos. Eso le ha fallado a Alvarado con sus chunguitos. Algunas agrupaciones (sobre todo coros y chirigotas) dan el pelotazo con el tipo, desde antes de cantar. Y el éxito les viene después por añadidura.
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