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Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Calle Baños: en Sevilla no hay playa

El moderno de turno debe haber interpretado mal el nombre de la calle y le ha dado aire de paseo marítimo

El centro histórico de una ciudad cuya fisonomía ha sido definida más por lentas transformaciones a lo largo del tiempo que por intervenciones radicales no debería ser un juguete dejado en manos de la nunca demostrada creatividad de ciertos arquitectos y de sucesivas corporaciones municipales afectadas por una incurable ceguera hacia el patrimonio no monumental. Horteras sin fronteras los primeros y catetos los segundos, dispuestos a comprar la primera baratija que les vendan bajo la etiqueta de modernidad, están desfigurando lo poco de auténtico y reconocible que le queda al centro histórico de esta desdichada ciudad, tan maltratada desde los años 60 del pasado siglo hasta hoy.

En lo que a la pavimentación se refiere no solo se vienen perpetrando atentados propios de los arquitectos horteras sin fronteras y los munícipes solo comparables al alcalde que interpreta Paco Martínez Soria en El turismo es un gran invento, sino que a cada calle y plaza se le está dando una solución distinta. Cuando la que respeta la fisonomía consolidada de las calles del centro histórico -aceras con pequeñas losas hexagonales, bordillos de granito y adoquines de Gerena- es la que se aplicó en Carrión Mejías o Moratín (en la primera con adoquines de pega; en la segunda, auténticos). Sin comprometer la movilidad, por la poca altura de las aceras con rampas. Como no hay criterio, a pocos metros se dio una solución torpe a Carlos Cañal, con plataforma única, pseudoadoquines y pinchos antiaparcamiento, y una solución infame a Alhóndiga, con un asfaltado digno de los mejores años franquistas.

En el caso de Baños, el moderno de turno debe haber interpretado mal el nombre de la calle y se ha entretenido en darle un aire de paseo marítimo. No hombre, no. Otros baños le dieron nombre, que en Sevilla no hay playa. Y así quedará. Como así quedaron las plazas del Pan, de la Virgen de los Reyes o de San Lorenzo. "Nos preocupa que siguiendo en esta línea, Mateos Gago o Madre de Dios pasen igualmente a engrosar este muestrario de singularidades" propias "de un mal entendido diseño de autor", escribía ayer en este periódico el Grupo MP9, integrado sobre todo por arquitectos que, entre otras cuestiones, reivindican el adoquinado tradicional como bien patrimonial. Tan loable como inútil. La sentencia de los pavimentos casi centenarios de Mateos Gago y Madre de Dios está dictada.

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