Galopando las manecillas del reloj del tiempo hacia una meta situada en Tánger para una Supercopa en el exilio nos amanece Carranza. Nuevamente el Betis en la Tacita de Plata once años después de la última vez, demasiado tiempo quizá sin que el, por siempre y para siempre, Real Betis Balompié participase de la gran celebración gadita. Y una vez más, el club verde, blanco y verde acude con el ánimo presto a echar una mano.

El fútbol español echa a andar oficialmente mañana en Tánger con ese invento de sacar de la piel de toro lo que debería haberse celebrado a doble partido en Sevilla y Barcelona... o en ninguna parte, pues a qué que el Barça haya de confirmar lo objetivamente archisabido, que el supercampeón español de la temporada 2017-18 fue él mediante un doblete que no debería admitir -ver números- ningún tipo de dudas, pero hay que hacer caja y poderoso caballero es Don Dinero.

Una noche antes, o sea hoy, y sin necesidad de cruzar el Estrecho nos llega el que fuese considerado tiempo ha como el Trofeo de los Trofeos. De aquello apenas queda algo, entre la televisión y la avaricia que llevó a multiplicar el calendario, esas justas de tanto prestigio fue yéndose por el sumidero de estadios vacíos y sólo interés cuando hay puntos en juego. Pero démosle por un día al Carranza la importancia que se le quiera dar y como, además, está el Betis por medio...

Recordaba que fue hace once años cuando el Betis, entrenado a la sazón por Héctor Cúper, nada que ver con éste de Setién, jugó su último Carranza. Derrotó a Real Madrid en la semifinal y al Zaragoza en la final. Nunca más fue reclamado, entre otras cosas porque era un Betis plano y poco ilusionante. Once años después, el equipo verde, blanco y verde comparecerá en el esplendoroso estadio gaditano, que hay que ver cómo mejoró, por lo que Carranza habemus y con el Betis.