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Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

Churros con cerveza, no es cuento chino

Sevilla se ha aliado con inversores chinos que van más allá del turismo y es un 'pelotazo'

Se lo leí hace un tiempo a una directiva de Ctrip, el gigante asiático de reservas de viajes on line: "El turista chino que llega no quiere desayunar arroz, sino tortilla de patatas y jamón y perderse en bares de lugareños". Ama los tópicos: flamenco, toros, caballos, tapas y cielo azul. Por eso, ahora que China es el mercado turístico al que todos aspiran, la capital, que está a dos horas de muchos otros destinos europeos que pueden completar la visita, parte con una ventaja: ser el sumun para este turista, que disfruta como un niño la noche de reyes en un tablao flamenco y que no duda luego en probar una Cruzcampo fresquita con una ración de churros. Lo comprobarán si pasean cualquier tarde por la Ronda de Capuchinos.

El chino quiere tener la mismas experiencias del sevillano y sigue los pasos de los autóctonos para colarse en los rincones más recónditos, para imitarlos, a veces sin todo el acierto necesario, también es verdad, pero es su intención.

Y hasta hace poco parece que esta estrategia no se había entendido así. Y el chino optaba por otros destinos. A España le ha costado que este turista no desprecie su mercado. Sevilla, como todas las grandes ciudades españolas, lleva años pujando por captar a parte de los 80 millones de chinos millonarios que hace cinco o seis años se estimaba que existían. La cifra la pregonaba con entusiasmo el entonces concejal Gregorio Serrano. Hoy se cuenta que surgen dos multimillonarios cada semana en China.

Algunos de ellos no dudarían en comprar lo que fuera de esa Sevilla del tópico. Ojo, con traje de auténtica, con solera, no con disfraz friki. Traen billetes de sobra y Sevilla lo ha visto claro. De entrada, ha logrado albergar la Cumbre Chino-Europea de Turismo 2018, organizada por la Federación Mundial de Ciudades Turísticas (WTCF, por sus siglas en inglés), que este año ha coincidido con la celebración del Año de China en Europa 2018. Es un encuentro muy potente que, por primera vez, se ha celebrado en Europa, y que ha atraído a Sevilla la semana pasada a 200 representantes del sector. Es un pelotazo porque, además, no sólo ha sido un escaparate, sino que se han cerrado negocios, con particulares y con el Ayuntamiento: Sevilla contará con el primer centro de cultura china del sur de Europa, que se ubicará en un edificio singular, y la Federación Mundial de Ciudades Turísticas (WTCF) tendrá su sede europea en Sevilla. Y está lo gordo.

El turismo no es ningún cuento chino en una ciudad como Sevilla que, a falta de otras, vive de esta industria. Por eso la cumbre de la semana pasada está muy bien, sí, como lo estuvo la campaña iniciada al principio del mandato con el turismo estadounidense, que sirvió para incrementar el número de visitantes de este país un 30%. Pero no es una acción más. La WTCF usa el turismo como punta de lanza, pero los criterios de inversión que se manejan no son sólo turísticos. ¿Y si el dinero de estos chinos sirviera para desarrollar infraestructuras de interés para el desarrollo turístico de ciudades objetivo como Sevilla? El primer paso ya se ha dado. Bien hecho.

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