Obituario Muere la actriz Concha Velasco

Cosas que pasan

Ricardo Castillejo

"Cómeme, pero sin zapatos"

En el fondo, si analizamos el transcurso de la humanidad, tampoco hemos cambiado tanto. Son diferentes las modas, evolucionan las tecnologías, se modifican los transportes pero la esencia parece permanecer inalterable a lo largo de los siglos. Las pasiones y los afectos son tan inherentes a nuestra naturaleza como lo es el regocijo ante la desgracia ajena la cual en algunas épocas se ha contemplado desde la barrera de un circo -regresemos a los épicos enfrentamientos de los gladiadores romanos-; en otras se ha optado por las ejecuciones o los duelos públicos -durante los momentos durante los que, el honor, fue uno de los valores más defendidos-; y ahora, perdido ya eso de la respetabilidad, la insana curiosidad por el infortunio del vecino, se contempla en la televisión y desde el salón de cada casa.

Sin ir más lejos, el viernes pasado, a lo largo de la retransmisión del programa Dónde estás corazón, de Antena 3, tuve la oportunidad de asistir, en el mismo plató donde se celebraba, al enfrentamiento entre María Patiño y Consuelo Alcalá. Allí, después de casi una hora de argumentaciones, lo único que me quedó claro es que María sabe atacar mucho mejor que Consuelo defenderse y que ésta, fruto de la angustia que sintió tras su comparecencia mediática, sufrió tan profundo disgusto que pasó parte de la noche llorando con esa desconsolada sensación que solo es capaz de provocar la impotencia. Ni siquiera el quitarse los zapatos, para evitar ser "comida" con ellos puestos, libró a la ex de Jaime Ostos de un entorno bastante hostil ante una señora que, dicho sea de paso, habría que conocer, como a todo el mundo, antes de juzgarla.

Y así, volviendo al principio de este relato, me viene a la memoria el acontecimiento histórico más definitivo de todos los tiempos. Ése que convirtió a un personaje llamado Jesucristo en el objetivo de un pueblo que, en una semana, pasó a recibirlo con vítores y hojas de palma a pedir su muerte. ¿Alguien duda, visto lo visto, que seguimos siendo los mismos?

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