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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Dejen en paz a los caballos

Nos quieren pobres, necesitados y dependientes, nos quieren mareados por los conceptos de pobres y ricos

El presidente Moreno

El presidente Moreno / Antonio Pizarro (Madrid)

No me gusta un pelo, me da jindama y me produce temor oír a una ministra con rango de vicepresidenta del Gobierno gestionar una cesta de productos básicos de alimentación con precios limitados. Sabemos que España es un país con tendencia a los pendulazos, por eso habremos pasado de los años del cuerno de la abundancia, de los créditos exprés que se concedían a matrimonios jóvenes para comprar una casa con el añadido de seis o doce mil euros más para los muebles, a convertir en asunto nacional la necesidad de garantizar a un precio fijo el pan, la leche y los huevos. O directamente nos engañan, o miembros del Gobierno manosean el concepto de emergencia social a conveniencia, o la cosa tiene tufo a nación iberoamericana al borde del caos.

Nos quieren igualar por abajo, nos quieren dependientes, nos quieren vulnerables. Nos quieren directamente pobres, desgraciaditos que busquemos siempre el pan de mano ajena. Nos quieren limitar a un debate simplista de ricos y menesterosos, de señores con caballo que vendrán a Andalucía porque Moreno ha quitado el impuesto de Patrimonio. Ayer oímos a una sindicalista hablar otra vez de los caballos y los caciques. ¿Qué tiene esta gente contra los caballos? Qué manía con arrearle a un animal precioso, fundamental para la economía y con un papel más que relevante en nuestra mejor historia. Y caciques, lo que se dice caciques, no conozco más que los que algunos se toman con refresco de cola.

Qué ganas de mantener una estampa rancia de Andalucía, desfasada, decimonónica. ¿Qué tiene esta gente en contra de quienes hayan hecho dinero a base de trabajar, arriesgar, emprender o innovar? ¿Por qué demonizar a quien ha tenido éxito si lo ha conseguido lícita y honradamente? La sanidad pública no se resentirá por la desaparición del impuesto de Patrimonio. Por supuesto que hay que contribuir para mantener el carácter social de nuestro Estado de Derecho, pero no para crear seres dependientes, sino una sociedad justa que no deje a nadie tirado ante adversidades como el desempleo o la enfermedad. Distinto es que el presidente Moreno, que ha renunciado a los 95 millones de euros que recaudaba la Junta por el impuesto de patrimonio, consiga el objetivo de hacer de Andalucía una tierra atractiva para esos inversores que anhelan territorios con menor presión fiscal. Toda bajada de impuestos, planificada con cabeza, es saludable. Y mucho mejor si ayuda a las familias, como ha hecho el Gobierno alemán, que no es precisamente de derechas.

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