Espejismos

Pedro Sánchez sabe que depende de él cuánto dure su Gobierno incluso aunque le traicionen uno o varios de sus socios

Ione Belarra, secretaria general de Podemos, posa junto a uno de los leones del Congreso, tras anunciar la ruptura con Sumar.

Ione Belarra, secretaria general de Podemos, posa junto a uno de los leones del Congreso, tras anunciar la ruptura con Sumar. / Eduardo Parra · Europa Press

LA estrategia de jibarizar el espacio político de Podemos dentro de Sumar hasta reducirlo a que votasen sin rechistar ha tenido la única respuesta esperable: sus cinco diputados se marchan al Grupo Mixto. Los morados se articulan como un interlocutor más con el que el Gobierno necesitará pactar si quiere obtener el respaldo por mayoría absoluta del Congreso de los Diputados. El tablero se complica un poco más, sí, pero nada que ponga en riesgo la legislatura. Lo admite incluso el irreductible clan de Galapagar.

La estabilidad del Ejecutivo pende de cuatro pugnas: la catalana, la vasca, la de la extrema izquierda y la ideológica intrabloque.

El calendario electoral prevé que a primeros de primavera se vote las asambleas autonómicas de Galicia y País Vasco. Las primeras encuestas apuntan a que la alianza PNV-PSE puede revalidar la gobernanza. Así que salvo sorpresa y sorpasso de Bildu, el riesgo es disipable.

En Cataluña no está aún claro cuándo se votará. Debería ser en 2025, pero dependerá de qué ocurra con la amnistía y sus consecuencias exactas para protocandidatos como Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, que hoy por hoy no pueden concurrir porque está inhabilitado uno y prófugo el otro.

Las refriegas a la izquierda del PSOE puede que sean las que en más aprietos ponga al Gobierno, por el interés de los morados de dejar en evidencia a Yolanda Díaz. Pero quien vea en ello un gran problema se engaña con un espejismo.

La fractura de Sumar sí afecta a la pugna ideológica dentro del bloque heterogéneo en el que se apoyó Pedro Sánchez, con cesiones inasumibles, para seguir en el poder. PNV y Junts tienen una estrategia conjunta. Son partidos claramente de derechas. Y sus doce diputados podían imponer su criterio en asuntos como la fiscalidad (ahí está ya la metamorfosis respecto al impuesto de las energéticas). Ahora, con los cinco de Podemos tornados en comando autónomo, el choque ideológico puede ser relevante, aunque por ahora nada que desestabilice la permanencia en el Gobierno de la coalición.

Sánchez sabe que depende de él incluso aunque le traicionen uno o varios socios.

Por eso cuesta entender que el PP siga entretenido en espejismos y no asuma que le quedan años duros de oposición. Y eso obliga a no cometer los errores en los que cae día sí y día también (cito dos: ruido por la remodelación o pedir voto a viva voz en el debate de totalidad de la amnistía en vez de voto secreto, que sí podría mover conciencias).

A España sólo le queda la garantía de un poder judicial independiente que pare el proceso deconstituyente. Y eso exige máxima firmeza frente a un Gobierno que asalta sin pudor las instituciones y que anhela doblegar cuanto antes a los jueces.

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