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Si Sánchez no gusta, Feijóo no entusiasma. Quiere ganar en julio como Moreno consiguió su mayoría el año pasado: forzando un voto útil al PP, por el miedo a Vox de los centristas. Es el plan B del Partido Popular. El candidato gallego, se hace el sueco ante la necesidad de gobernar con la extrema derecha en autonomías y ayuntamientos. El sueco doblemente; desde septiembre, en Suecia gobierna una coalición de moderados, democristianos y liberales, con 103 escaños de los 349 del parlamento, con la tutela de Demócratas de Suecia, del mismo grupo que Vox en el Parlamento Europeo.

El jefe del PP le ha dicho a Vox que si quieren derogar el sanchismo se aparten [como sus equivalentes suecos] y les dejen gobernar en solitario, pero que “¿si lo que quieren es poder..?”. Qué van a querer si no. La instrucción desde Génova es camuflar a la gente de Abascal hasta pasado el 23 de julio para que no se aprecie que la ola azul ha sido azul verdoso. Sumados los votos de derecha y extrema derecha en las municipales, Vox representa casi el 20% del bloque, sin haberse presentado en todo el territorio. Y ahí están, esperando su parte de la gloria.

Los moderados del PP no quieren un ministro de Vox en Interior o en cualquier otra cartera de Estado. Hace un año, la estrafalaria campaña de Macarena Olona y el estupor que produjo en las clases medias ilustradas andaluzas, llevó a votantes del PSOE a apostar por Moreno. Los socialistas y quienes están a su izquierda dejaron claro que no le darían un solo voto en la investidura al PP andaluz para que evitase gobernar con Vox. En ausencia de ese compromiso, los electores prestaron sus votos en origen. A las derechas agrupadas en el Partido Popular Europeo, liderado por un socialcristiano muy conservador, Manfred Weber, hace tiempo que no les importa aliarse con populistas, ultranacionalistas y xenófobos. Además de en Suecia, lo acaban de hacer en Italia o Finlandia; España no sería una excepción.

La duda es si el Partido Popular tiene algo más que ofrecer a los españoles que el eslogan “derogar el sanchismo”. Si Feijóo es un auténtico líder o si Ayuso se ha convertido en el referente moral de la derecha. Sus exabruptos han entusiasmado en una campaña en la que vimos de todo menos moderación en el PP. Han proclamado que ETA estaba viva (Ayuso), pronosticado que el 28-M habría pucherazo (Ayuso), acusado al presidente de dictador (Bendodo) o tirano (Ayuso), incluso de dirigir una trama para falsificar votos por correo (González Pons). Y aquí, habíamos oído proclamas neoliberales como “bajadas masivas de impuestos” (Moreno) hasta que Liz Truss se estrelló en octubre. O propuestas negacionistas del cambio climático para el entorno de Doñana. Además de la furia antisánchez, el PP debería presentar un programa razonable sobre financiación autonómica, impuestos, sanidad y educación públicas, Cataluña, CGPJ, pensiones, reforma laboral, vivienda… Vestirse de moderado está bien y el talante de Borja Sémper, también. Pero el hábito no hace al monje.

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