Vuelto a su reino del Antiguo Egipto, Osiris, nieto de Noé, tras derrotar a Gerión por estos lugares meridionales y así librar de la tiranía a sus remotos pobladores, según cuenta, en el siglo XVII, el presbítero sevillano Pablo Espinosa de los Monteros, encontró la muerte cuando menos riesgos parecía correr para dar con ella. Un hermano ambicioso, Trifón, urdió el fratricidio a fin de apoderarse del reino, aliándose con resentidos tiranos que habían conocido el valioso arrojo de Osiris para sujetarlos. Como prueba de la muerte de su hermano, "dividió inhumana, y despiadadamente el cuerpo, en veinte y seis partes", que envío a cada uno de los confabulados. Mas el rey Osiris tuvo un hijo con Isis, que fue el gran Hércules, "primero, y principal de todos los que se llamaron de este nombre: a cuya diferencia se llamó el Egipciano; y de cuyas hazañas están llenos los libros de los Autores, y Poetas. Las cuales, o por equivocación, o por lisonja, le atribuyeron después al Hércules Tebano hijo de Anfitrión y Alcmena". La mitología cuenta que Zeus tomó la forma y el aspecto de Anfitrión, que era nieto de Perseo, y ordenó al sol que no saliera durante tres días para así gozar de una larga noche con Alcmena, al creer esta que yacía con su verdadero esposo. De tal encuentro nació Heracles (Hércules), asimilado o confundido con el Hércules Egipciano, hijo de Osiris.

Cuando, como joven gobernador de Escitia, Hércules supo de la muerte de su padre, no dudó en vengarla y fue de un lugar a otro para someter a los conjurados con su tío Trifón, al que decapitó, sin que quedara vivo ningún otro de los que se unieron a él. Tal fue la razón por que llegó a España en busca de los tres hermanos Geriones, para matarlos a uno detrás de otro. De este modo, Hércules aplacó su cólera y "hallándose desocupado de guerras, dicen, que le dio deseo de ver toda la provincia de Andalucía; de cuya fertilidad, y riqueza, corría mucha fama. Y habiendo andado: y considerado bien la riqueza de sus minas, saludable templanza de su cielo, la pureza de sus frescos aires, la agradable llanura de sus vegas, la amenidad de sus prados, la fertilidad de sus campos, y abundancia general de sus sabrosos, y provechosos frutos, junto con la dulzura de sus cristalinas aguas, eligió en la espaciosa ribera del celebrado Betis, el sitio; donde echó los felicísimos fundamentos de la mejor ciudad que el Sol rodea". La fundación de Sevilla en una exaltación esplendorosa, "dando al mundo una común patria, y señora general; a quien todas las provincias han rendido, y rinden tan liberales, y abundantes parias". Sevilla erigida, con sorprendente precisión cronológica, 2.228 años después de la creación de mundo, 592 tras el diluvio, y 1.717 antes del nacimiento de Jesucristo. "Dominator Hercules Fundator", reza el escudo de Andalucía.