Un Gobierno para la gran tormenta

El nuevo Ejecutivo del presidente Pedro Sánchez está diseñado para lidiar con sus socios independentistas, con la presión de las derechas y el desafecto hostil de los cinco diputados de Podemos

Pedro Sánchez preside el nuevo Consejo de Ministros.

Pedro Sánchez preside el nuevo Consejo de Ministros. / Eduardo Parra (EP)

EL nuevo Gobierno de España tiene más mecha, es más aguerrido, internamente más compacto, pero afronta más incertidumbres que el anterior, tiene menos margen en todos los ámbitos y nace -aunque en esto no se distingue demasiado del anterior- marcado por el ruido, el acoso y el fuego. Como se intuía, Pedro Sánchez ha confeccionado un Ejecutivo muy en clave de circunstancias. No es exactamente una alineación intercambiable con cualquier otra legislatura porque está diseñada para responder al triple reto que ha de salvar con éxito para que el mandato que recién ha comenzado dure lo más posible. La aceleración centrípeta hacia el presidente y su gobierno provendrá de tres frentes: el apretón permanente de sus socios de investidura; desde la derecha y la ultraderecha; y desde el banco en el que se sientan los cinco diputados de Podemos, expulsados de cualquier poder por la líder de Sumar, Yolanda Díaz, a la vez vicepresidenta segunda del Gobierno de España, y por Sánchez.

La presión de los independentistas ha empezado. Han prestado sus votos a un interés muy elevado y se lo van a cobrar. El presidente ha dispuesto que sea Félix Bolaños -destinado a ser el teórico hombre fuerte aún sin vicepresidencia- quien se siente en ese potro de tortura. A la vez, mantiene Bolaños las competencias de Presidencia; será el encargado de las relaciones con el Poder Judicial mientras gestiona una ley de amnistía aún nonata y señalada para carne por el gobierno de los jueces; y, a la vez, negociará con los grupos. Sánchez ha vuelto a echar un órdago con efecto multicanal. El mismo ministro para la amnistía y para los jueces que la combaten.

Montero sube, Marlaska sigue y entra Tassotti

Combatir la acción sostenida del PP en todas las instituciones, plataformas y escenarios de protesta pública es labor que tendrá que afrontar solidariamente todo el Ejecutivo. Pero en todo caso la incorporación de Óscar Puente como ministro de Transportes dota al Gobierno de un Tassotti dispuesto a meter el codo con agrado, sin complejos y con profesionalidad. María Jesús Montero concentra poder e influencia como vicepresidenta y número dos del partido. Le toca sacar adelante unos presupuestos negociando con demasiada gente con demasiados intereses y demasiado radicales todos y hacerlo bajo la vigilancia de los barones del PP, recelosos de las cesiones a Cataluña.

No es descartable que pudiera hacerse Montero con la cartera de Economía si Nadia Calviño termina saliendo hacia el Banco Europeo de Inversiones, aunque también podría gestionarla José Luis Escrivá, al que acaban de pelar dejándolo solo como ministro para la Transformación Digital, y quien en todo caso quedaría bajo la égida de Montero, más ortodoxa y política que Escrivá, que sigue siendo un poco verso suelto en el Ejecutivo. Teresa Ribera, José Manuel Albares, Margarita Robles o Luis Planas siempre parecieron fijos en el puesto. Más sorpresiva es la continuidad de Marlaska en Interior, a quien se daba por amortizado hace meses. Como están las cosas y como se van a poner, igual no procedía un relevo en esa cartera, controlada por un ministro que al menos ya sabe lo que tiene entre manos.

Hereu, el concejal número 11 de Barcelona

Un apunte sobre Jordi Hereu, ex alcalde de Barcelona, nuevo ministro de Industria, y único de la cuota PSC, aunque los socialistas catalanes controlan por fuera tres importantes empresas públicas que son casi tres ministerios: Renfe, Aena e Indra (la SEPI tiene el 25%). Se ocupa Hereu de una cartera que ya gestionaron otros dos socialistas catalanes: Joan Clos y José Montilla. En la prensa catalana dan por hecho que Hereu puede ser el concejal número 11 del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni -sostenido livianamente por los comunes de Ada Colau y el PP frente a Trias-aportando un caudal importante del dinero procedente de fondos europeos y de su departamento.

Lo que ocurra en Cataluña es la clave de bóveda del proyecto político de Sánchez. Mantener la alcaldía de Barcelona es estratégico. Los socialistas sostienen que si además Salvador Illa vuelve a ganar las elecciones autonómicas a comienzos de 2025 si no se adelantan y es presidente de Cataluña en un pacto con ERC el ciclo se habrá cerrado y todas las teorías del presidente se habrán confirmado. Hereu llega por su banda con un saco lleno de millones para la ciudad de la que fue alcalde. Eso dicen.

Sumar cinco y restar cinco

El bloque de ministros de Sumar es más institucional, dialogante y con sentido de Estado que los de Podemos. Ya tienen una trayectoria acreditada y ni Díaz ni Mónica García ni Urtasun ni Pablo Bustinduy ofrecen en su desempeño político habitual las aristas de Irene Montero, Pablo Iglesias o Belarra. De consolidarse esa percepción, el Ejecutivo podrá funcionar con menos sobresaltos, aunque los líos los tendrá en el Legislativo. Sumar entra con cinco en el Gobierno y Sumar pierde cinco en el Congreso de los Diputados. Aprobado por el Consejo ciudadano de Podemos y ratificado tras su exclusión del Consejo de ministros, los cinco diputados podemitas son ya cinco radicales libres en una legislatura que no ha comenzado y supondrán una traba importante para el impulso legislativo del Gobierno, que necesita esos cinco votos para consolidar su mayoría. Ya ha anunciado Belarra que si el PSOE quiere sus votos para la Ley de presupuestos tendrá que negociar directamente con sus cinco diputados. En todo caso, en el Consejo de ministros se habrán quedado como sordos sin los representantes de Podemos.

Territorial

La apuesta por Ángel Víctor Torres como ministro de política territorial y memoria democrática es una repuesta a la necesidad de entablar un diálogo casi imposible con las instituciones gobernadas por el PP, que controla la presidencia de once comunidades autónomas, además de las ciudades de Ceuta y Melilla. El PSOE preside tres; el PNV, el País Vasco; ERC, Cataluña; y Coalición Canaria las islas. El mapa no puede ser más desfavorable para el Gobierno. A cada avance en las cesiones a los independentistas le corresponderá una arremetida coral desde el resto de comunidades. A Torres, un político que ha ganado las autonómicas y las elecciones generales de julio en Canarias, se le reconoce buen talante, afán dialogante y goza de la simpatía de muchos ciudadanos allende las fronteras partidistas. Otros sostienen que es políticamente irrelevante. Con María Jesús Montero, que controla la caja, le toca bajar las inflamaciones y, en el mejor de los casos, llegar a algún acuerdo para un nuevo modelo de financiación, que lleva casi diez años caducado y con un sistema de reparto pactado entre PSOE y ERC en 2019 que ha restado fondos a Andalucía, Valencia y Murcia. PP y PSOE, pese a todo, han sido incapaces de pactar su reforma. Ahora, con once comunidades bajo su control, el PP podría tirar del carro pero es este un asunto tan alambicado que incluso entre las propias comunidades populares discrepan respecto a las variables que deben marcar la reforma del sistema. Sería una sorpresa que se tejiera un acuerdo de esa trascendencia en la legislatura de la gran tormenta.

Igualdad, vuelta a los registros clásicos

El relevo en este ministerio tiene su aquel. La salida de Irene Montero y la entrada de Ana Redondo, una doctora de derecho constitucional procedente de la cantera del Ayuntamiento de Valladolid, una desconocida en la política nacional y sin marcas en el espinoso asunto feminista, puede contribuir a bajar el curso del río. La factura del feminismo de la mano de Podemos devino en crisis política y en fractura. Por un lado quedó el feminismo histórico apalancado sobre la vindicación de los derechos de las mujeres y por el otro el feminismo partidario de ampliar el espectro, incluyendo a los trans. Para el PSOE era vital recuperar este espacio y sobre todo no inducir en la sociedad debates complejos a las bravas, sin importar si la sociedad está informada y madura para encarar debates como el cambio de sexo de los menores por una falta de identificación emocional con su sexo de nacimiento, el género fluido, el no binarismo o la teoría Queer. Hay mil formas de hacer las cosas y después está la forma de Montero: al choque con todo el mundo. El problema para el PSOE es que la oposición vendrá ahora desde la calle y será implacable porque Podemos convierte las discrepancias en traición. Montero lo dejó claro en su despedida como ministra. Hasta para despedirse hay que saber. Esa queja lastimera del “Pedro Sánchez y Yolanda nos han echado” suena más patética que reivindicativa. Pues claro que las han echado. Es política, e igual que te ponen te quitan, con los mismos criterios y los mismos méritos. Salvo que Montero y Belarra tengan una oposición publica aprobada para la plaza de ministras y crean que la posición es de su propiedad. De momento, han salido todos, todas y todes del ministerio. Retorno a las pancartas.

Estrambote

Construir un segundo gobierno de coalición bragado -de los más jóvenes de la democracia, con más mujeres que hombres sin que ya sea noticia, cuatro vicepresidentas y más ministros afiliados al PSOE que con Zapatero o González- es un primer paso pero puede resultar insuficiente. Esta legislatura la acción estará en el parlamento más que en el Gobierno. El Congreso requiere de esgrima fina y de hachazos porque lo que viene es menudo. La mayoría de gobierno esta cosida por las exigencias de los pactos y en frágil equilibrio por la necesidad de retener todos los votos, cada uno de su padre y de su madre e hijo de sus propias circunstancias, frente un bloque de 171 diputados de PP, Vox y Unión del Pueblo Navarro que difícilmente se agrietará frente al sanchismo, su Leviatán. Aunque ese bloque también tendrá sus pruebas de fuego: posiblemente el 18 de febrero se celebrarán elecciones en Galicia. El PP ya le ha pedido a Vox que no presente candidaturas para no diluir el voto y tratar de mantener la mayoría absoluta. Las derechas van a tener sus propios meneos.

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