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Tribuna Económica

Rogelio / velasco

Grandes empresas y empleo

MÁS de 6.000 millones. Es la cifra del contrato que FCC acaba de conseguir para construir varias líneas del metro en Riad (Arabia Saudí). 8.100 millones es lo que Telefónica ha ofertado por la filial alemana de KPN, la operadora holandesa. La gigantesca obra de ampliación del Canal de Panamá la lleva a cabo Sacyr.

Podríamos añadir una larga lista de grandes empresas españolas que mantienen una actividad internacional extraordinariamente intensa pero con un impacto muy limitado sobre el empleo y la generación de valor añadido dentro de España.

¿Cuáles son los motivos de esa escasa generación de actividad interna de la expansión fuera de nuestras fronteras? Básicamente, la naturaleza industrial o de servicios de las empresas es lo que genera mayor o menor valor añadido y empleo dentro de España. Una actividad es la fabricación de un automóvil que posteriormente se exporta y otra es la prestación de servicios bancarios o de telecomunicaciones en otros países.

En el primer caso, la casi totalidad de los componentes son fabricados internamente, con lo que la mayor parte del valor añadido y del empleo son generados dentro del país. Esas exportaciones contribuyen notablemente a generar empleo y a mejorar la balanza comercial con el exterior.

Sin embargo, cuando Banco Santander o Teléfonica prestan servicios en EEUU o Brasil, la mayor parte del valor añadido se crea en el país de destino, siendo escasa la aportación interna dentro de España. Hay, sin embargo, excepciones. Técnicas Reunidas, una empresa de ingeniería del Íbex 35, factura el 100% de su actividad fuera de España. La gran sofisticación tecnológica de sus proyectos, provoca que sean los propios ingenieros que tienen su base en España los que se desplacen a los países en los que ejecutan los proyectos de ingeniería. Indra ofrece un ejemplo similar.

Si analizamos a las compañías del Íbex 35, la mayoría son empresas de servicios que generan gran parte del valor añadido de sus actividades exportadoras fuera de España. Sólo siete empresas pertenecen al sector industrial -entre ellas, una andaluza, Ebro Foods- y que, aun con grandes diferencias entre ellas, llevan a cabo buena parte de la actividad productiva dentro de España.

Incluso tratándose de empresas industriales, la generación interna de valor añadido se complica si se exporta a países altamente proteccionistas. Es el caso de Repsol en Brasil, en donde la mayor parte de los recursos que utiliza tienen que ser brasileños. Algo similar le ocurrirá al consorcio de empresas españolas si gana el concurso para el AVE de Sao Paulo a Río de Janeiro.

En realidad, estas grandes empresas generan un valor añadido adicional, derivado de los servicios avanzados que reciben de otras empresas, típicamente en el lugar en donde tienen la sede. Grandes bancos de inversión, compañías de consultoría estratégica, auditoras, despachos de abogados internacionales y empresas de servicios tecnológicos tienen grandes oficinas en las ciudades en donde las multinacionales albergan sus sedes. Madrid, en nuestro caso, acoge potentes oficinas de todas esas empresas.

Tenemos algunos magníficos grupos multinacionales. Pero su contribución, antes y después de la crisis, a la generación de empleo y a la exportación, seguirá siendo limitada.

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