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Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

'Guerrafrías'

LA Guerra Helada sale del congelador de la memoria y The company, estrenada sin fortuna este lunes por Cuatro, rescataba esas historias de espías norteamericanos jugándose el pellejo en cotos soviéticos. Y comunistas escupiendo por el colmillo contra los defectos del capitalismo mientras sonríen en sus casas los espectadores capitalistas. Qué ingenuos estos rusos tan antiguos. The company, revisión hitchcockiana, impecable en su puesta en escena pero farragosa en su narración, adquiere tintes de novelón televisado y era complicado para el aún somnoliento sofalícola estival sujetarse entre tantos claroscuros, intrigas y personajes a contraluz. Un empacho de situaciones, agentes paisajes y diálogos con muy mala leche. En los intermedios se convertía en oxígeno visual la simplicidad, la transparencia argumental, de la amarillenta película de James Bond, con Roger Moore como un maniquí trastabillado, todo un mérito programador de Canal Sur 2. Un guiño kitsch veraniego y un homenaje al cine al aire libre.

En los informativos, donde aún suponemos que se refleja la realidad, aparecen ahora los parajes caucásicos con la sombra de un enfrentamiento sacado del frigorífico. Hace ya casi dos decenios que Abjasia y Osetia son quistes geográficos por resolver. Pero a rusos y otanistas les vienen bien encontrar escaparates de poder y válvulas de escape. Los musulmanes volverán a repartirse entre los dos bandos: los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Un problema viene a querer tapar otro.

La Guerra Fría, evocada como una época casi idílica vistas las complicaciones fanáticas del siglo XXI, vuelve a las embajadas y al cine, es decir, a las ficciones televisivas. Los guionistas ya tienen más malos donde elegir.

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