Joaquín Aurioles

Libre comercio Europa-EEUU

Tribuna económica

11 de julio 2013 - 01:00

SE ponen en marcha los trabajos que podrían culminar en el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión entre Europa y los Estados Unidos, a la altura de 2015. Aunque Obama se refirió al mismo en su último discurso sobre el Estado de la Unión, los trabajos se encuentran todavía en una fase incipiente y no habrá avances significativos antes de octubre, pero los analistas y grupos de presión ya se han puesto a trabajar en firme. Los primeros informes indican que los beneficios serán enormes y tanto mayores cuanto más drástica la eliminación de los obstáculos, aunque a la hora de concretar sobre cómo se van a repartir, las diferencias resultan desconcertantes. Para el británico CPRE los beneficios económicos serán mayores para Europa y podría superar ampliamente los 100.000 millones de euros anuales, mientras que para los alemanes de la Fundación Berstelmann las ganancias del ciudadano norteamericano serían superiores en más del doble que las del europeo. En cualquier caso, se pasa de puntillas sobre la desventajas, lo que invita a sospechar de un nuevo bombardeo pseudoacadémico similar al del "coste de la no Europa" con motivo de la creación de la UEME, a finales de los años 80.

Dos son las principales fuentes de ventaja. Por un lado, que el comercio genera riqueza y los obstáculos la destruyen, por lo que una alianza de estas características debe proporcionar importantes beneficios a sus promotores. Por otro lado, que la creación de una zona de libre comercio entre las economías que generan el 50% del PIB mundial y la tercera parte del comercio internacional ayudará a frenar la hegemónica expansión comercial del sudeste asiático en los mercados occidentales y proporcionará importantes ventajas geopolíticas.

A lo primero ya contestó negativamente J. Viner en 1950 al advertir sobre los riesgos de la discriminación arancelaria y poner la primera piedra de la Teoría de las Uniones Aduaneras. Vino a decir que si los españoles comenzamos a importar de Estados Unidos productos que hasta ahora se importaban de Corea, Japón o China porque eran los proveedores más eficientes, estaremos perjudicando a nuestra economía. En lo que se refiere a la valoración geoestratégica, conviene no perder de vista que se trata de encerrarse en el bloque de mayor tamaño, pero también con mayores dificultades para abandonar la crisis, con un posible sesgo proteccionista y dando la espalda a las economías más dinámicas.

Las dos economías europeas que más exportan a los Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, son las grandes defensoras del proyecto y puede que tengan razón al afirmar que la probabilidad de que el saldo de ventajas y desventajas sea positivo es elevada, pero también seguro que ambas se repartirán de manera desigual. De lo que hemos aprendido de la experiencia europea se deduce que las ventajas tienden a quedarse en las economías más competitivas y que las desventajas se concentran en las menos competitivas. La política de cohesión territorial en Europa fue el instrumento concebido para compensar a los perjudicados, con España a la cabeza de los beneficiarios y, dentro de ella, Andalucía.

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