Era una fuerza de la naturaleza desatada encima de un escenario, como si fuera en miniatura una Lola Flores rediviva que cantaba y bailaba de forma arrolladora sin irse de compás ni por equivocación. Era la hija de Carmen Montoya y del Morito, prima hermana de Lole y piedra angular de aquel grupo Los Montoya que arrancó en La Cuadra de Paco Lira. Se nos ha ido tan dolorosa como esperadamente Carmelilla Montoya tras un decenio luchando contra el cáncer y lejos de unos escenarios que empezaron a echarla de menos demasiado pronto. Fue una niña prodigio que vivió siendo niña el doloroso exilio que llevó a los polígonos a los gitanos de Triana. La recuerdo muy niña en el Lope de Vega espoleada por sus padres, por La Negra, por aquel mayestático Juan Montoya que paraba el tiempo bailando por soleá cuando Los Montoya eran un punto y aparte flamenquísimo.