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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Luto en el Cairo, en la esquina de oro

Se ha muerto uno de los grandes taberneros que vino a Sevilla en los 70 para crear fortuna a base de trabajo y negocios de éxito

El fundador de El Cairo, Juan Luis Salas.

El fundador de El Cairo, Juan Luis Salas. / M. G. (Sevilla)

DE Huelva recibimos los sevillanos la lluvia para el campo, la luz de sus playas que guardamos en el cofre de los mejores recuerdos y los grandes taberneros que se vinieron en los años setenta a fundar negocios, crear empleo y contribuir a eso que ahora llaman la marca de la ciudad y que de toda la vida ha sido el sello, la identidad propia, el valor insustituible. Si hace unos meses se nos murió Juan Robles, esta semana se nos ha ido Juan Luis Salas Martínez (Villalba del Alcor, 1937), el fundador de El Cairo, el negocio que abrió en 1977 cuando el local sólo tenía 40 metros cuadrados, donde estuvo abierta una tienda de bicicletas. Salas abrió en esa esquina y con el tiempo, mucho tiempo, tesón y trabajo, la hizo de oro. Hay quien dice que se colocó en este extremo del centro para tener siempre cerquita la salida a su tierra onubense. Abrió El Cairo con su mujer, Manuela Ana Lozano, que se echó a morir a los dos días de la desaparición de su marido. Los dos sacaron adelante el negocio y cinco hijos:Antonio, Diego, Luis Matías, Victoriano e Iván. Empezaron con poco y terminaron con mucho. En los inicios, las tapas clásicas de siempre,

la caldereta y la sangre encebollada, y por supuesto los mariscos y chacinas. Salas compró en 1991 el edificio completo, que cogió en ruinas y lo puso de dulce, con un establecimiento hotelero incluido que tiene mejor pinta que muchos de esos nuevos hoteles de cinco estrellas. En 2000 adquirió el local anexo, que era sede de la antigua Caja Postal, y abrió un gran y lustroso comedor. Y él siempre en el tajo, presente cada día en una esquina de la barra o en un velador para que no faltara el efecto del ojo del amo. Cedía el asiento a lo mejor a alguna clienta y para que no se apurara le comentaba: “Señora, siéntese, no se preocupe que soy de la empresa”. Cuando cerró el bar Los Tres Reyes, los taurinos se mudaron a la esquina de El Cairo, siempre con ambientazo los días de corrida. Habituales en sus veladores Leonardo Muñoz, Julio Pérez Vito, Campitos, El Pío, José Luis López... Y por supuesto el recordado empresario madrileño Enrique Fernández Asensio con su mujer, Marisa, o el cura Chamizo en su largo período de defensor del Pueblo Andaluz. El espíritu emprendedor daba para mucho más, por lo que la esquina se le quedó pequeña. El Cairo pasó a ser el germen del denominado Grupo Salas, con el Asador Salas y el Sevilla Bahía.

No lleva un buen año la hostelería. A la muerte de Robles siguió la de Sánchez-Cuerda, de la segunda generación de La Raza, y ahora Salas. La esquina de oro está de luto. De Huelva a Sevilla, de 40 metros a un grupo empresarial. Y siempre por la A-49 del trabajo y la perseverancia.

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