LA Policía Nacional ha detenido en Viator (Almería) a un joven de 20 años que había conseguido, a través de las redes sociales y mediante coacción, que al menos 600 adolescentes de entre 12 y 17 años posaran desnudas frente a la pantalla del ordenador. El modus operandi del presunto pedófilo, que venía actuando desde 2007, era ya convencional: creó más de 500 perfiles en distintas redes sociales, a través de los cuales contactó con las menores, a las que posteriormente amenazaba con difundir imágenes de ellas en páginas de contenido pornográfico o infectar sus ordenadores personales con un virus informático si no accedían a enviarle fotos desnudas o posar sin ropa ante la webcam. De este modo lograba las fotografías de las chicas desnudas o semidesnudas, que almacenaba a modo de trofeos en numerosos vídeos localizados en su domicilio. El joven delincuente será acusado de delitos de corrupción de menores, amenazas y revelación de secreto. Su caso destaca por la continuidad delictiva y la extensión del número de víctimas, pero desgraciadamente no es novedoso ni aislado. Se trata de un tipo de delitos que se ha multiplicado al amparo del espectacular desarrollo tecnológico que vive la sociedad española, ya que los instrumentos de la red, que tanto han mejorado la vida de los ciudadanos, también se encuentran al alcance de quien puede usarlos para hacer el mal. Junto al fenómeno de la pederastia en su expresión más nauseabunda, que supone forzar a los menores, se ha desarrollado esta práctica de engañar a los menores indefensos para que descubran su intimidad a falsos amigos y corresponsales refugiados en el anonimato que proporciona internet. Frente a esta utilización perversa de las herramientas de la técnica no cabe más que la alerta de los padres, que no pueden desentenderse del deber de educar a sus hijos y vigilar sus entornos y hábitos, la acción preventiva del sistema educativo y la vigilancia de la sociedad entera y de los agentes encargados de preservar los derechos de los más desprotegidos.