ES sabido por todos los cofrades que su santidad el papa Francisco inauguró el pasado 8 de diciembre de 2015, festividad de la Inmaculada Concepción, con la solemne apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro de Roma, el jubileo extraordinario del Año de la Misericordia, que se celebrará hasta el próximo 20 de noviembre de 2016, solemnidad de Cristo Rey.

Entre otros motivos, la finalidad del actual jubileo es celebrar el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II y situar en un lugar destacado de los cristianos la Divina Misericordia, con el fortalecimiento de la práctica sacramental de la reconciliación fraternal. Se trata de una antigua costumbre eclesiástica medieval iniciada en 1300 por el papa Bonifacio VIII para conceder indulgencia plenaria a todos los peregrinos penitentes que tras la confesión y la absolución de su pecados visitasen las basílicas de San Pedro y San Pablo de Roma.

La tradición con modificaciones se mantiene aun hoy en el mundo católico, pues su santidad el papa Francisco establece también que en cada iglesia particular se abra para todo el año santo una Puerta de la Misericordia para acceder al jubileo extraordinario. En la Catedral de Sevilla ese pórtico excepcional es la puerta de la Adoración de los Reyes Magos, que los cofrades sevillanos conocemos como la Puerta de los Palos. Así, cuando crucemos el dintel de esta singular puerta durante la Semana Mayor en estación de penitencia no estaría de más que reflexionáramos todos sobre las palabras de San Agustín acerca de la Divina Misericordia, tan exhortada hoy en día en nuestras hermandades, ¿verdad, Ignacio? "Si extiendes la mano para dar, pero no tienes misericordia en el corazón, no has hecho nada; en cambio, si tienes misericordia en el corazón, aun cuando no tuvieses nada que dar con tu mano, Dios aceptará tu limosna".