La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Demasiados niñatos en la política
La tribuna
SÓLO quienes no conocen la historia de España pueden haberse visto sorprendidos por el resultado de las elecciones del 27-S y por la reclamación de una ruptura con un Estado que ya no garantiza el privilegio del que ha venido disfrutando la burguesía catalana desde el siglo XIX.
Quienes nos opusimos a la definición nacional de Cataluña no lo hacíamos por un afán centralista sino por evitar las consecuencias de tamaña e irresponsable cesión. Yo no soy ni nacionalista español ni centralista. Un extremeño no le debe nada al nacionalismo español, entre otras cosas porque su territorio y sus gentes han sido víctimas de ese nacionalismo que durante el siglo XIX y buena parte del XX protegió la industria catalana y vasca y el cereal castellano en perjuicio de otros territorios que tuvieron que comprar más caro los productos españoles que los foráneos. Sólo unos ejemplos:
"En 1869, el Arancel de Figuerola dio un paso hacia el libre comercio, reduciendo progresivamente la protección de productos nacionales hasta el 15%, lo que provocó las duras críticas de los industriales catalanes, entonces aferrados impenitentemente al nacionalismo español." (Ante la reaparición del proteccionismo en la Europa del Mediterráneo. Pedro Schwartz Girón. Mediterráneo Económico 9.)
Pero no sólo ese proteccionismo se basó en el mercado interior. Cuba, Puerto Rico y Filipinas fueron los mercados que la industria textil eligió para sotener a una oferta no competitiva que necesitó del apoyo de dos medidas del gobierno proteccionista nacionalista español. Por la Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas, la entrada de productos manufacturados españoles en las colonias se cargaba con un arancel del 11%, mientras que los procedentes de países extranjeros soportaban gravámenes del 46%. Ese proteccionismo fue el causante de la insurrección cubana que concluyó con la independencia de esa colonia. Esa pérdida provocó el desastre del 98 y la acentuación de la inquina de la burguesía catalana contra un Estado, el español, que no supo mantener unas colonias que significaban la única salida a una industria textil que solo subsistía con el apoyo arancelario del nacionalismo proteccionista español.
Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, las cosas en la industria volvieron a su cauce proteccionista, pues no en vano, el general golpista hizo su pronunciamiento militar desde la Cámara de Comercio de Barcelona. La dictadura hizo suyas las ideas proteccionistas de la burguesía industrial y con la Ley de Protección Industrial convirtió a España en un espacio económico muy cerrado en el que la industria del país podía trabajar sin temor a la competencia exterior. "Fue el horror al desorden y a la anarquía lo que arrojó a la alta burguesía catalana en los brazos de Primo de Rivera; hasta el punto de que puede considerarse ese grupo social como responsable del golpe de Estado, por su disposición a apoyar un defensor de la paz y del orden, tal como ellos lo entendían. Cuando el pronunciamiento tuvo lugar, Cambó -el líder de la Lliga Regionalista-, no dudó en exclamar que aquél era el único dulce que había podido paladear en un año amargo". Puig i Cadafalc lo corroboró con la siguiente frase: "La euforia con que las Cámaras de Comercio e Industria de Cataluña dieron la bienvenida al dictador fue ampliamente recompensada con paz social y con los aranceles más altos de Europa". (Hacia una comprensión de la dictadura de Primo de Rivera. Shlomo Ben Ami. Department of History University of Tel Aviv).
Con la victoria de Franco en la guerra civil, "La burguesía catalana sería considerada por algunos sectores del nuevo régimen históricamente culpable, lo que la llevaría, por una parte, a constantes y reiteradas adhesiones al régimen y, por otra, a la renuncia de toda defensa de la identidad nacional e incluso al abandono de la propia lengua". Las manifestaciones de gratitud hacia el régimen restaurador se repetirían durante los primeros años cuarenta en todas las organizaciones patronales catalanas. El presidente del Gremio de Fabricantes de Sabadell, durante la visita de Franco a la ciudad con motivo del tercer aniversario de la liberación, llamaba a los industriales a "mostrar toda nuestra gratitud imperecedera al salvador de España", recordando que "después de Dios es al Generalísimo Franco y a su valeroso Ejército a quienes debemos la terminación de nuestro cautiverio y la conservación de nuestros hogares y la recuperación de nuestro patrimonio industrial". (Los industriales catalanes durante el franquismo. Carmen Molinero. Universidad de Barcelona). ¿Es este trato el que se desea de nuevo? ¿Es así como se sentían cómodos algunos de los que dicen sentirse incómodos en la España actual?
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