Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Opinando lo contrario de Pellegrini... con perdón

El Betis no jugó en Éibar para empatar y si no cayó fue por las claras carencias de los vascos

Dejó mal cuerpo en la fiel infantería verde, blanca y verde el partido de Ipurúa, muy mal cuerpo. La fiabilidad del equipo nuevamente en entredicho mediante un primer tiempo malo y un segundo lamentable. Tenerlo todo en las manos y no saber cómo agarrarlo no es de buen equipo y el jarro de agua helada que recibió la clientela fue importante. Y aunque la vida sigue y está a la vuelta de este día no sería malo analizar qué es lo que pasó.

Soy de los convencidos de que lo mejor que le ocurrió este verano al Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié, fue la llegada de Manuel Pellegrini al puente de mando. Y eso que al hombre ya se encargaron de cortarle un par de trajes desde esa trinchera que esconde sus rencores bajo la capa de una exigencia mal entendida. Bueno, pues ese personaje tan esencial en el Betis de hogaño le dio ventaja al rival desde que se puso ante la pizarra donde plantearía el pleito.

De entrada y sabiendo cómo incide la tropa de Mendilíbar por los costados me extrañó la ausencia de Miranda. Álex Moreno supera al chaval en ataque, pero sus limitaciones defensivas son archisabidas y, como en Elche, el gol llegó por un centro que no supo cortar. Luego también me chocó la sobredosis de jugones en la entrelínea, echando de menos el trabajo de Ruibal y, por supuesto, lo que significa Canales en el armazón del equipo y, sobre todo, en su filosofía de juego.

Y pasó lo que pasó tras hacerse el Éibar con el balón casi el doble de tiempo que el Betis, algo que ante los verdiblancos no logra ni el Barça. Dijo Pellegrini que el Betis jugó para empatar y un servidor, con el debido respeto a la autoridad indudable del andino, se permite refutar esa opinión, ya que el Betis no jugó para empatar, sino para perder. Dicho lo cual y como sigue dependiendo de sí mismo, pensemos en el Huesca por si se trata de un lobo con piel de cordero.

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