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TENEMOS el talento, fabriquemos el producto". Esta frase del presidente de la Junta, José Antonio Griñán, resume bien el espíritu que anima el Pacto por la Cultura de Andalucía presentado el jueves en la sede de la Fundación Tres Culturas ante una nutrida representación de creadores de la comunidad autónoma. Nace el Pacto en base a algunas propuestas-eje consensuadas con el sector: la reducción del IVA cultural, en la senda ya iniciada por Extremadura, que se rebeló contra el 21% implantado por el Gobierno central, algo que se considera de absoluta necesidad para incentivar el alicaído consumo de productos culturales; la promulgación de una ley andaluza de mecenazgo que premiará este consumo con desgravaciones dentro del tramo autonómico del IRPF y dotará de incentivos fiscales las donaciones a museos públicos; la creación de un Registro Cultural Andaluz que defienda la marca Andalucía y facilite el acceso al mercado de las industrias creativas de la comunidad, y el cumplimiento por parte de Canal Sur de la normativa vigente que le obliga a destinar a la producción cinematográfica el 6% de sus ingresos totales (sean por aportación de las arcas públicas o por publicidad). La única sospecha que cabe albergar acerca de tan loable iniciativa es que las medidas propuestas no hayan ido acompañadas de la memoria económica y la dotación presupuestaria pertinente. Demasiados proyectos institucionales de nuestra tierra se han visto frustrados por su falta de reflejo en los presupuestos de la comunidad autónoma, que constituyen el indicativo más realista de la auténtica voluntad política de los gobernantes. Se hace necesario, pues, que el Pacto por la Cultura de Andalucía sea objeto de un amplio debate en el sector propiamente cultural y en otros agentes sociales, además de formularse institucionalmente como proyecto de ley que pase por la discusión parlamentaria y la aportación de los diferentes grupos parlamentarios. Eso le dará fuerza, sustancia e impulso político. En cualquier caso, se trata de un paso adelante que ya se echaba de menos en una comunidad autónoma en la que ya se pactan numerosas políticas sectoriales. La cultura genera el 3% del empleo andaluz y mantiene en pie a decenas de miles de pequeñas y medianas empresas. Y, sobre todo, aparte de esta función de motor económico, la cultura tiene un innegable valor identitario del pueblo andaluz, al que enriquece y dignifica. No es un lujo del que cabe prescindir con el argumento de la crisis. Al contrario, constituye un artículo de primera necesidad, básico para los andaluces, y en esa medida debe ser objetivo prioritario de los que se dedican a gestionar lo público.

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