La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los sevillanos 'pagafantas'
Ala gente que ocupa el poder siempre le ha gustado sermonear a sus súbditos, pero últimamente esta costumbre se ha convertido en una especie de obsesión enfermiza. Ahora mismo no hay millonario -o mejor dicho, billonario-, o político importante, o famoso que gana medio millón de euros al año libres de impuestos, que no se pase la vida riñéndonos porque consumimos demasiado y somos descuidados y derrochones e insostenibles. Comemos demasiada grasa, consumimos demasiados recursos naturales, malgastamos demasiada agua, viajamos demasiado y bebemos demasiado (da igual si son refrescos o alcohol o bebidas azucaradas). El caso es que nos hemos convertido en una masa de humanos irresponsables que estamos poniendo en riesgo la supervivencia del planeta. Hagamos lo que hagamos, lo hacemos mal. Nos gusta vivir en urbanizaciones con piscina que nos convierten en sociópatas neo-liberales; nos gusta ducharnos demasiadas veces; nos gusta consumir energía de forma irresponsable y nos gusta viajar al otro extremo del mundo o a pasar un par de semanas -si podemos permitírnoslo- en un centro de vacaciones. En cualquier caso, nos comportamos mal y somos insolidarios con nuestros congéneres y con el pobre planeta Tierra. Y para contrarrestar nuestra pésima conducta, se nos recomienda la frugalidad, el ahorro energético y una especie de regreso a la vida espartana que tuvieron nuestros abuelos. Dicho de otro modo, debemos empobrecernos y debemos vivir mucho peor si queremos sobrevivir como especie.
Lo bueno del caso es que eso nos lo dice gente que vive muy bien y que no parece tener ningún deseo de empobrecerse ni de cambiar de forma de vida. Tomemos el caso de la energía eléctrica. En aras de la sostenibilidad y de la lucha contra el cambio climático, tenemos la electricidad más cara que nunca -y más aún a partir del 1 de junio-, pero se nos dice que podemos ahorrar si ponemos la lavadora a las 4 de la mañana o si planchamos a partir de las 12 de la noche. Hombre, es verdad, y también es verdad que nos saldría más barato lavar la ropa a mano en los ríos y en los lavaderos, o no lavarla de ninguna manera y vestirnos con andrajos como los leprosos medievales.
Vienen tiempos terribles, amigos. Y los poderosos seguirán riñéndonos por no ser lo suficientemente ahorrativos, sostenibles y ecológicos.
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