Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Pueblos felices, pueblos prémium

Cuatro poblaciones andaluzas son las más felices de España Cuba, patria o muerte, una redundancia El pestillito de la consulta del SAS

Tarifa es una ciudad en la que confluyen elementos atractivos para el viajero.

Tarifa es una ciudad en la que confluyen elementos atractivos para el viajero. / DDA

LOS cuatro pueblos más felices de España son andaluces, a Ronda le siguen Nerja, Chipiona y Tarifa. Zahara de los Atunes, Benalmádena, Conil y Vejer se sitúan entre la veintena paradisíaca que ha elaborado Azucarera a partir de una encuesta que ha realizado en todo el país y que, en realidad, mide una percepción subjetiva: esos son los pueblos que el resto considera que deben ser los más felices porque gozan de bonitos paisajes, tranquilidad, amabilidad vecinal, aire libre y buena cocina de proximidad, factores que conforman esa idealización de lo que se considera la vida buena.

Conozco varios de estos pueblos desde hace décadas, y en efecto en ellos se respiraba esa felicidad que inspira al visitante de la que habla este estudio, las playas de Conil cuando sólo estaba el hotel Flamenco, la Vejer que no le había dado aún por imitar ni a las islas griegas ni a los pueblos costeros de Túnez, la Zahara de pescadores sin puerto, la Ronda señorial.

Puede que hoy sigan siendo igual de felices, pero se han convertido en pueblos prémium, como buena parte de Andalucía, lugares donde el teriyaki ha desplazado al guiso marinero, el tataki a las papas con choco y el atún rojo de almadraba se ha expandido mucho más allá de las posibilidades biológica de sus pesquerías. Hay más atún que Covid. El Domingo de Ramos, cansado de no encontrar una barra donde santificar al Dios de los cristianos como se merece en la víspera de su dolor, entré en un restaurante modernito donde el plato estrella eran los “huevos fritos de gallinas felices” con patatas fritas: 25 euros.

La Junta ha aceptado que en los veladores se cobre más que en el interior de los locales. Terrazas prémium le llaman. Desde la pandemia, los cofrades no son los que han salido a la calle, sino los bares, los ingenios chiringuiteros más curiosos se han plantado en la calle porque en los interiores no quiere estar nadie y porque muchos ayuntamientos se han puesto al servicio de los llorecas, verdaderos factótums de las políticas municipales.

El turismo galopante ha alterado de modo definitivo la vida de estos pueblos felices, su éxito económico los lleva hacia otras estaciones donde no está garantizada la esencia que los hizo triunfar, pero de todos ellos el que me llama más la atención es Chipiona, que no es un pueblo cool, sino el refugio de los sevillanos que no aguantan el calor y donde aún pueden ser ellos mismos y no figurantes de un parque temático.

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