NI la euforia que supone llenar el velódromo de Dos Hermanas con 25.000 almas fieles y ávidas de escuchar en el mismo mitin a Felipe González y Alfonso Guerra puede nublar a nadie la vista ante el tozudo aviso demoscópico de que Andalucía -su mayoría social- decidió hace tiempo dar la espalda al mismo partido en el que confió a machamartillo durante 35 años.

A la debacle pronosticada por el CIS, se une hoy un dato que lo demuestra aún más: el PP de Javier Arenas saca aún más ventaja al PSOE de Pepe Griñán de la que el mismo Barómetro Joly adjudica como distancia entre la R de Rajoy y la R de Rubalcaba. Con los porcentajes de voto que otorga el sondeo realizado por Commentia, no es descabellado hablar de 58 gaviotas en las Cinco Llagas frente a 41 puños y rosas.

Sé que sólo son encuestas -aunque decían lo mismo antes de mayo y en las locales hubo vuelco-, pero no es óbice para que no piense en el porqué del hundimiento. Y no basta la cuestión temporal, por más que 30 años ininterrumpidos de gobierno sean muchísimos. En 2008 llevaban 26 y hubo mayoría absoluta. Está el paro. Por supuesto que sí. Pero la crisis del ladrillo no es la única razón para que el andamio del PSOE andaluz pierda la vertical.

El cambio político experimentado en el PSOE en los últimos dos años y medio aporta más vectores: un gobierno sin el más mínimo brillo que se ha enfrentado mal al mayor caso de corrupción en estos tres decenios: los falsos ERE, una trama que enfatiza el amiguismo y el despilfarro a la hora de gestionar el dinero de todos; un gobierno tecnócrata que ha ninguneado a los políticos y ha puesto en pie de guerra -dice ahora el TSJA que conculcando la ley- a ocho de cada diez empleados públicos autonómicos. Y un partido débil y dividido en lo orgánico, centrado en inútiles purgas. La resultante: Andalucía hunde al PSOE.

¿Granero?... qué gran futbolista, que diríamos en Cádiz.

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