Carlos A. Font Gavira

Historiador

Recuerdos republicanos

El autor hace un repaso por los testimonios materiales de la II República española en Sevilla

En trance de aniversarios conmemoramos, hace pocos días, una fecha destacada de nuestra Historia reciente. La II República española fue proclamada hace noventa años, en un lejano 14 de abril de 1931. Es innegable la ilusión colectiva que generó su proclamación puesto que había un sincero deseo de modernización del país. La gente se echó a la calle para vitorear al nuevo régimen mientras que la Monarquía de Alfonso XIII ya se había convertido en una postal antigua. Pero a pesar del inicial entusiasmo pronto llegaron las decepciones y desengaños con la flamante república.

Quizás porque los resultados obtenidos estuvieron muy lejos de las expectativas creadas. O, como describió el historiador Fernando García de Cortázar, “la República fue como una niña que nació en una familia en la que todos se llevaban mal.” La metáfora es acertada puesto que la II República fue bautizada como “la niña bonita” por sus partidarios más entusiastas.

Escudo republicano de la ciudad de Sevilla. Escudo republicano de la ciudad de Sevilla.

Escudo republicano de la ciudad de Sevilla. / C. A. F.

Una de las primera medidas tomadas por el gobierno provisional de la II República fue el establecimiento de los nuevos símbolos del Estado. A las pocas semanas de la proclamación de la II República, la Gaceta de Madrid (antecesora del BOE) publicó, el 28 de abril de 1931, un decreto, fechado el día anterior, por el cual disponía el establecimiento de los nuevos símbolos y emblemas. El más impactante cambio fue el cambio de bandera, la sustitución de la tradicional rojigualda, cuyo origen se remonta a los tiempos de Carlos III, por la bandera tricolor. El color morado se insertaba en la bandera republicana como homenaje a los Comuneros que se sublevaron contra el Emperador Carlos V en el siglo XVI.

El cambio de bandera produjo reacciones inmediatas y oposiciones duraderas. El cambio de escudo fue menos traumático. Así pues el escudo de la II República mantuvo las armas de Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada. Desapareció el escusón con tres flores de lis, las cuales representaban a la Casa de Borbón, cuyo último representante, hasta ese momento, era el exiliado rey Alfonso XIII. Más visual resulta el cambio de la corona real del escudo por una coronal mural. Este tipo de corona tiene su origen en los antiguos romanos (“corona muralis”) e iba a presidir todos los escudos de la II República impresos en documentos oficiales y monumentos.

La II República española tuvo un desgraciado final. Sin embargo, aún perviven algunos restos materiales del paso fugaz pero intenso de la República española. Las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades funcionan, a veces, como expositores de nuestro pasado. Si observamos bien podemos identificar en algunos rincones señalados la superveniencia del régimen republicano. En la Plaza de San Francisco, de la capital hispalense, quizás, encontremos la concentración más copiosa de emblemas republicanos. La propia plaza ha sido testigo mudo de todos los avatares y tumultos de nuestro pasado. Desde la celebración de Autos de Fe por parte del Tribunal de la Inquisición hasta fiestas de toros y cañas. A comienzos del siglo XIX, en plena efervescencia constitucional, los ecos de La Pepa llegaron con la rotulación de “Plaza de la Constitución”. Tras el regreso del poco “deseado” Fernando VII, la plaza cambió de nombre a “Plaza del Rey”, y ya con la proclamación de la II República española se denominó “Plaza de la Libertad” y, en el año 1932, cambió a “Plaza de la Constitución.” Pues bien, en la confluencia de la Plaza de San Francisco con las calles Sierpes y Entrecárceles se encontraba la Cárcel Real. El edificio de la Antigua Audiencia, fundada por los Reyes Católicos y dependiente de la Chancillería de Granada, reclama su presencia. En su exterior se pueden contemplar, claramente, cuatro escudos republicanos que representan a las provincias que estaban bajo la jurisdicción de la Audiencia: Huelva, Cádiz, Córdoba y Sevilla. El escudo gaditano es el que más llama la atención. Su simbología la conocemos de sobra puesto que representa, actualmente, el escudo de la Comunidad Autónoma de Andalucía. El héroe mitológico Hércules aparece flanqueado por dos leones y esculpido el lema: “Nominator Hercules Fundator.” El escudo de la ciudad de Sevilla, con la representación del rey Fernando III el Santo, acompañado a la diestra por San Isidoro y a la siniestra por San Leandro. El escudo de la provincia de Córdoba aparece representado por un destacado león rampante, en el centro, y alrededor castillos almenados y leones se van alternando. La idiosincrasia de los escudos se mantiene inalterable pero no la fisonomía de la corona que los preside a todos. Todos estos escudos son vestigios de aquellos años republicanos en que las coronas eran murales y no reales.

Escudo de la II República colocado en el balcón de la "Escuela del Magisterio y Práctica Aneja". Calle Recaredo. Escudo de la II República colocado en el balcón de la "Escuela del Magisterio y Práctica Aneja". Calle Recaredo.

Escudo de la II República colocado en el balcón de la "Escuela del Magisterio y Práctica Aneja". Calle Recaredo. / C. A. F.

Ahora nos tenemos que trasladar a una calle céntrica de la ciudad para observar otro curioso legado de la II República española. Nos detenemos en la calle Recaredo y, en concreto, en un lustroso edificio. Nos referimos a la antigua “Escuela de Magisterio y Práctica Aneja”,construida como grupo escolar entre los años 1929 y 1932 por el arquitecto sevillano Juan Talavera y Heredia (1880-1960). Este centro educativo y de formación también ha representado, en sus cambios de nombre, la propia historia de la ciudad en el siglo XX. Los cambios políticos han marcado su devenir puesto que el citado grupo escolar fue inaugurado bajo el nombre de Primo de Rivera (no confundir con el fundador de Falange Española), y con la proclamación de la II República cambió su denominación como Giner de los Ríos, en homenaje al pedagogo y filósofo quien creó y dirigió la Institución Libre de Enseñanza. Hasta el año 2018 en la azulejería del frontispicio estaba representado, junto al escudo de la ciudad de Sevilla, el águila de San Juan que empleó el régimen franquista. El mural de símbolos del pasado aún no termina puesto que si alzamos la vista hasta llegar al balcón nos encontramos con un gran escudo de España sin flores de lis en el centro y con corona mural. ¡El escudo de la II República! Como un sarcasmo de la Historia, el escudo republicano sobrevivió durante todo el período de la Dictadura permaneciendo en el exterior del edificio conviviendo con el azulejo franquista de más abajo. Fue la aplicación del artículo 32 de la Ley de Memoria Histórica Democrática de Andalucía la que dictaminó la desaparición de la azulejería de abajo rompiendo la extraña coexistencia entre los símbolos de dos regímenes antagónicos.

Finalmente nos encontramos con una tercera sorpresa. En la esquina de la calle San Fernando con la calle María de Padilla, en la próxima Fábrica de Tabacos, actual Universidad de Sevilla, asoma un vistoso azulejo. El escudo municipal aparece representado con los atributos republicanos. En la base del azulejo se puede distinguir la siguiente inscripción que menciona su lugar y autor: “Los Remedios S.A. Sevilla. Triana. Jaime Rodríguez Ritton.” La Historia se nos transmite como pasado pero es, también, vida presente. Contemplando monumentos y vestigios de otras épocas nos ayudan a entender quiénes fuimos.

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