Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

Sevilla y el dios Jano

27 de abril 2015 - 01:00

COMO muchos de ustedes saben, en el patio central de la sevillana Casa de Pilatos, y bajo la atenta mirada de la diosa Atenea, existe una maravillosa fuente renacentista de mármol, coronada por un busto del siglo I del dios romano Jano. Este dios de dos caras opuestas, era el protector de aquellos que deseaban variar el orden de las cosas y representaba el tránsito entre el pasado y el futuro. Un dios que una cara miraba a Oriente y otra a Occidente, que visto desde Roma significaba todo el mundo conocido. La divinidad romana de la memoria y de los proyectos, al que invocaban los antiguos romanos al iniciar una actividad. No sé cuales serían los motivos del marqués de Tarifa para traer de sus viajes el busto de Jano y colocarlo en lugar preferente de su casa, pero marcó no sólo el punto de origen del Viacrucis a la Cruz del Campo y todo lo que vino después, sino que también nos marcó algunos puntos para reflexionar sobre Sevilla, y en el caso que nos ocupa, el dios de dos caras, me permite establecer una metáfora con los tiempos actuales de Sevilla. Una ciudad que, como he escrito en otras ocasiones, no proyecta con nitidez un futuro, un claro proyecto de ciudad, y que debe construirlo desde el respeto a su pasado, tanto el más lejano como el más reciente.

En estos tiempos primaverales, que parece que brotan los monumentos de todos los tamaños, formas y motivaciones, no crean que no ha pasado por mi cabeza la idea de proponer erigir por suscripción popular un gran monumento al dios Jano el Bifronte. Ya que fuimos la Nova Roma, que mejor que una estatua a un dios romano. Pero afortunadamente pronto deseché la ocurrencia, seguro que con lo cortitos de dinero e ideas que estamos, habríamos hecho uno de esos seres que brotan de la piedra. Una visión tan surrealista como los hombres que crecían en el huerto de la película Amanece que no es poco de José Luis Cuerda. Cantaoras, bailaoras, guitarristas a medio brotar, que desde luego no son la mejor imagen de respeto al pasado y a sus personas.

Por todo ello, olvidemos los nuevos monumentos. Mucho mejor que acudamos a visitar, por ejemplo, la propia Casa de Pilatos, que resume como un gran collage espacial todo lo que hemos sido, y pidamos inspiración al dios Jano en el universo perfecto de su patio, para sin olvidar a Trajano y Adriano, a San Isidoro y San Leandro, a Murillo y Velázquez, a Gustavo Adolfo Bécquer y Joaquín Turina, a Antonio Machado y Luis Cernuda, y a tantos otros, abrir las puertas del futuro de nuestra ciudad. O al menos ser capaces de reconocer aquellas puertas que se van entreabriendo de la mano de nuevos empresarios y jóvenes creadores. Porque, entre las tan traídas y llevadas dualidades de Sevilla, que parecen justificar que nos entretengamos en buscarnos los defectos, creo que el dios Jano nos sugiere una posición más inspiradora y a la vez más práctica: no seamos seres de una sola mirada, al pasado o al futuro, miremos simultáneamente a los dos. Respeto a nuestra historia y audacia para nuestro futuro, sin temores injustificados. Sólo podemos ganar.

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