PORQUE, si como es previsible, no habla alemán y, además, todavía no es un carcamal, probablemente no estaría de más que comenzara las clases intensivas para asegurarse un futuro medianamente digno en este mundo convulso que nos ha tocado vivir. Las previsiones económicas y, sobre todo, de creación de empleo neto, para los próximos años son, en nuestro país, como para echarse a temblar. No se sabe a ciencia cierta cuándo se comenzará a dejar de destruir empleo, ni en qué momento esa montaña creciente de desempleados parará de crecer; y uno de los deseos más acuciantes del ministro de Economía para 2013 es, sencillamente, que no lleguemos a los seis millones de parados. Pero mientras eso ocurre aquí, en la tierra del arte, del salero irresistible y de la dieta mediterránea, existen lugares que se nos antojan, por sus expectativas, tan misteriosos como la Tierra Media del Señor de los Anillos.
Aunque nos resulte difícil de creer en Andalucía, con una tasa de paro que desborda ampliamente el 30%, no lejos de nuestras latitudes soleadas hay territorios con escasez de mano de obra y con índices de desempleo (Baden-Württemberg, por ejemplo) que no alcanzan el 4%. O lo que es lo mismo, no hay paro. O todavía más gráfico: necesitan urgentemente trabajadores cualificados. En este orden de cosas, y arrojando una luz en el túnel para los más valientes, la Asociación de la Industria de Baviera -otro Land sin apenas paro-prevé que en los próximos ocho años la industria alemana contrate casi dos millones de trabajadores extranjeros, y sus preferencias, por razones que escapan este artículo y que rozarían lo políticamente incorrecto, se inclinan por los jóvenes sobradamente preparados del sur de Europa. Por eso, estoy convencido de que un universitario español que domine medianamente el idioma de Goethe no tendrá problemas para encontrar trabajo… si es capaz de renunciar a las ventajas de ese sur tan cacareadas en algunos anuncios cerveceros (valga la paradoja). Pero todavía más: si ampliamos el horizonte laboral no hasta el 2020 sino hasta el 2035, la demanda de mano de obra de la República Federal se sitúa en los cuatro millones de trabajadores. Según parece, y desgraciadamente, los teutones, con su economía modélica, su alta productividad, su extensa red de pequeñas y medianas empresas punteras en sus segmentos, su ejemplar formación profesional, los alemanes, digo, no sólo nos van a succionar el capital, que huye a parajes más seguros, sino lo mejor de las próximas generaciones. Es nuestra culpa, nuestra responsabilidad, no la de ellos. Mientras, repitan conmigo: Wohin gehen Sie?
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