Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
Siempre se han alquilado habitaciones en Sevilla. Para viajeros románticos, turistas ocasionales y estudiantes de las provincias limítrofes cuando no había Universidades más que en un par o tres de capitales andaluzas o simplemente para aprendices recién llegados del pueblo con ese aire galdosiano de la lucha por la vida. O los expertos viajantes de comercio, con muchos kilómetros en su haber, que sabían defender así sus escasas comisiones en alojamientos discretos y económicos, en los que ocasionalmente podían recibir. Los motivos de disponibilidad de habitaciones para alquilar en las casas o pisos de la clase media siempre eran los mismos, poder completar pensiones escasas o ayudar a pagar gastos de una vivienda que se había quedado grande por ausencia o defunción de los familiares que habían llenado esas habitaciones, aunque llenas de muebles y cuadros de cierto valor, como bargueños y mesas San Antonio, jarrones chinos, colecciones encuadernadas de La Esfera, algunas acuarelas de flores o pequeños óleos de estampas costumbristas que permitían fechar la época de mayor esplendor económico y social de la familia. Después de discretas visitas a los anticuarios de la zona, para intentar vender algunos de los ajuares, por los que casi siempre ofrecían una ridiculez, alguien cercano comentaba que por qué no alquilaba la habitación de fachada y así podría paliar sus problemas económicos, sin tener que desprenderse por cuatro perras de cosas que apreciaba.
Llegado a este punto, el artículo podía seguir de dos maneras. La primera, considerar lo escrito como una metáfora de la Sevilla que alquila sus espacios y lugares a cambio de ingresos que permiten mantener la ciudad en cierto punto de dama atractiva y digna. La segunda es afrontar la realidad de que en este año de 2023 se siguen alquilando habitaciones en Sevilla por los mismos motivos, pero con las ventajas del turismo masivo y del número de estudiantes y empleados temporales que la ciudad atrae. Cuentan que ha aumentado el número de viviendas en las que solamente vive una persona. Menos mal que hemos tenido claro que el principal ahorro familiar era una vivienda en propiedad, sobre todo con la pestilente miseria de las pensiones de viudedad que nadie afronta. ¿Lo harán ahora?
Las modernas aplicaciones de alquiler de habitaciones para estudiantes o turistas permiten más eficacia y seguridad. Este fenómeno no es exclusivamente sevillano, ni siquiera español. Recuerdo un comentario de un familiar que asistió un par de días a un congreso en Washington y le resultó muy conveniente, a través de una de esas plataformas, alojarse en una vivienda del campus universitario, que pertenecía a una profesora jubilada que alquilaba una habitación con desayuno. Se puede especular que sacrificamos Sevilla en el altar del turismo, pero pensemos que hay personas que el perfil de esta ciudad de servicios con atractivo internacional les permite llegar a final de mes con dignidad, alquilando habitaciones.
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