Han sido tres hermosas demostraciones de cómo LaLiga puede volver a convertirse de las Estrellas. Me refiero a los partidos en los que ha estado de protagonista la banda del Cholo, ese espléndido Atlético de Madrid conformado a golpe de chequera y la final de Tánger. Por cierto, que el Atleti se confirma como el contrapunto del Sevilla, ya que, al revés que los hispalenses, ellos venden mucho más barato de lo que gastan cuando compran.

Las finales de las Supercopas y el choque de antier en Mestalla han sido tres formidables demostraciones de fútbol en estado puro, con dos equipos yendo y viniendo sin solución de continuidad a la par que disputando cada balón como si en ello les fuese la integridad de sus fronteras. La cita de Tallin con intensa prórroga incluida ya fue un anticipo ilusionante de cómo puede ser el campeonato doméstico, pero es que Mestalla ofreció una versión corregida y aumentada.

Junto a estos tres ejemplos está la exhibición de fútbol auténtico recitada por el Sevilla en Vallecas aunque lo hiciera ante un enemigo con poco aspecto de primerdivisionario. Repetimos lo que ayer decíamos en este mismo rincón, que si lo del Sevilla no fue flor de un día en la atardecida vallecana, la competición deparará mucho contento al sevillismo. Tras los fiascos italo-argentino, la sensatez de Machín puede ser fundamental para un futuro más provechoso y brillante.

En cuanto a la hecatombe bética del viernes me gustaría pensar que sólo fue un accidente de los que suelen ocurrir en fútbol. Hay que otorgarle el beneficio de la duda y no lanzar señales de alarma tan pronto, pero por mucho manque pierda que lustre la historia bética, un chasco como ese no procede en un club de tanta dimensión. Son reflexiones en negro sobre blanco respecto al arranque de un curso más y la verdad es que el optimismo se ha generalizado.