Hay quien opina que algo tan tremendo como el autoexilio de Juan Carlos, temporal o para siempre pero autoexilio, es lo único medianamente sensato que cabía hacer. Y así es, pero tan tremenda decisión nos deja en un terreno de nadie que ojalá no conquisten los malos. ¿Y quiénes son los malos, querido? Pues los malos son los que andan en la tarea de desencuadernar este pobre país aún llamado España, esos que pretenden destrozar el Estado de Derecho que se logró tras un desmantelamiento del franquismo que hubiera sido imposible sin el concurso de Juan Carlos. Los malos son también los que se dedicaron a matar a demócratas, inocentes y niños y que ahora están representados en el Congreso. Efectivamente, lo más sensato, viendo el comportamiento privado del emérito, era que saliese del país, pero la verdad es que entre que se vaya él y se nos quede Otegui...
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