La bofetada del padrón

Es hora de que cuenten los turistas y las procesiones soportadas en el reparto de los fondos públicos

Confesiones en un velador con licencia

El catamarán de la ilusión productiva

Vista aérea del centro de la ciudad.
Vista aérea del centro de la ciudad. / José Ángel García

29 de mayo 2025 - 04:00

No levantamos cabeza en el padrón. No solo no superamos los 700.000 inscritos, sino que Zaragoza ha conseguido con Sevilla lo que Vox no logró con el PP de Casado: el sorpasso. Somos la quinta ciudad de España por índice de población. La verdad es que no perdemos nada nuevo por quedarnos otra vez por debajo de la marca establecida, pero si volviéramos a estar por encima de esa cifra nos correspondería más dinero público (la conocida como Participación en los Ingresos del Estado) y tendríamos dos concejales más (de 31 a 33). El número de ediles es casi lo de menos. Mejor que sean pocos y eficaces, sobre todo lo segundo. Tener más recursos económicos siempre es una alegría si se saben gestionar, porque ya es sabido que no por alinear más delanteros se meten más goles. Está claro que la Sevilla de principios del siglo XXI pierde vecinos y gana turistas, contempla la degradación del paisaje urbano (como la Avenida de la Palmera) y la multiplicación de las procesiones, y tropieza dos veces con la misma piedra de debates absurdos (la duración de la Feria). En el padrón seguimos igual de mal que desde 2015. Suenan hoy a música celestial aquellas campañas de los andalucistas para que Sevilla estuviera por encima de los 700.000 habitantes. Así fue como nos aprendimos la dichosa cifra. El futuro no invita a la esperanza con la crisis de vivienda, el centro histórico en proceso de despoblación, los sueldos de los jóvenes por los suelos y los bancos con el tope de los préstamos hipotecarios fijado en el 80%. Lo normal es que sigamos perdiendo empadronados en los próximos recuentos, pero con una población real de visitantes muy alta y que obliga a redoblar los servicios públicos.

En el reparto de los presupuestos públicos se deberían tener en cuenta los turistas y el uso disparado de la vía pública en una capital como Sevilla. Uno visita ciudades del Norte, preciosas y no turistificadas, y la verdad es que es relajante caminar por ellas,. Recuerdan a la Sevilla de los años 90, con todos los adelantos que trajo la Exposición Universal, pero sin los efectos depredadores del turismo masivo. La verdadera "experiencia" para ser vendida por los operadores turísticos sería la de viajar a destinos con patrimonio histórico y playa sin los agobios del público. Eso sí que es turismo de calidad. Oviedo, Santander, Gijón... Y se pueden citar más ciudades. El padrón engaña, oiga. Nos pega una bofetada de realidad. Se van los vecinos y no dejamos llegar a nuevos residentes. No es que seamos Venecia, donde es una suerte toparse con un veneciano, pero sí sufrimos poco a poco la despoblación del centro que ya padece Roma con toda crudeza. No disponemos de las ventajas del estatuto de capitalidad, pero podemos presumir de ser la capital de la religiosidad popular. ¡Toma ya! Y en Zaragoza no organizan procesiones en Roma. El padrón al final es un cuento, como el CIS. Nosotros a lo nuestro. A seguir captando chinos y a fomentar el turismo religioso. Mucho Aperol y mucho decir amén.

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