Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
El presidente de la Junta hizo lo que debía cuando destituyó o aceptó la renuncia, que a estos efectos tanto monta, de la consejera de Salud tras el estallido de la crisis por los fallos del cribado de cáncer de mama. Pero si con ello quería blindarse de las salpicaduras políticas de un caso grave y de enorme repercusión pública, se equivocaba. La prueba son los miles de personas que gritaron en la calle pidiendo su dimisión y el hecho de que él mismo haya tenido que reconocer que la ola lo ha desbordado. Tampoco lo logrará con la adscripción de las competencias de sanidad al larguísimo nombre de la consejería que dirige Antonio Sanz, un veterano político que durante décadas fue fiel escudero de Javier Arenas y al que en los últimos años se ha querido revestir desde la Junta de una aureola de eficacia, trabajada con ahínco por el propio interesado con su aparición en las crisis de cualquier origen y dimensión, sean incendios forestales, apagones o, como ocurre ahora, fiascos de difícil taponamiento.
La razón por la que Moreno no puede establecer un cortafuegos eficaz que lo aleje de las iras provocadas por los fallos del cribado tiene que ver con la propia configuración del poder político que el presidente de la Junta impuso desde que llegó al Palacio de San Telmo. Los gobiernos de las dos legislaturas del PP han estado ocupados por personas de perfiles muy discretos, más bien opacos, para que sólo Juanma Moreno emitiera luz. La cara del presidente era la única que aparecía como referente de una gestión a la que, justo es reconocerlo, sabía sacarle partido. La Junta era y es una estructura piramidal en la que todo pasa por la figura del presidente. Cuando las cosas iban bien, el sistema funcionaba. Cuando se han puesto mal con el caso que ha provocado la mayor crisis de sus siete años en el poder, no hay barrera posible: él se lleva todos los reproches y su imagen se resiente. Juanma para lo bueno, pero también Juanma para lo malo.
Si decide agotar la legislatura, le quedan ocho meses por delante y unos Presupuestos para tratar de enderezar el camino. Pero ya no podrá evitar que su imagen y su trayectoria se haya visto manchada por un caso que no han sabido gestionar. Como él mismo se ha encargado de trasladar, sabe que se juega la mayoría absoluta.
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