
La Barqueta
Manuel Bohórquez
Un saetero de pacotilla
La aldaba
Pedro Sánchez incluye a la portavoz de Bildu en la ronda de contactos celebrada en el Palacio de la Moncloa, pero deja fuera a Vox que es la tercera fuerza parlamentaria con más de tres millones de votantes. Bildu está en el Parlamento porque ha sido votado en unas elecciones. Y aunque su presencia provoque náuseas a muchos ciudadanos, el presidente del Gobierno debe incluir a su representante en la agenda institucional. Sánchez está en su absoluto derecho de considerar que Vox es la extrema derecha española que ahora, además, está envalentonada por el botarate de Trump, pero no debe dejar fuera a este partido del paripé de entrevistas para tratar la necesidad de aumentar el gasto en Defensa. Al no hacerlo no se cree la democracia. Se sitúa directamente por encima de ella. Bildu es un partido legatario de la banda terrorista ETA, que no ha pedido perdón por los asesinatos, no ha ayudado a esclarecer muchos atentados ni por supuesto ha mostrado interés alguno en reparar el daño causado. Pero está en el Parlamento, como estaba Herri Batasuna cuando el malvado Idígoras era incluido en la ronda de contactos que el jefe del Estado convocaba en la Zarzuela. Llegaba en taxi y se quitaba la corbata al salir de la audiencia con el Rey, que no duraba ni dos minutos. Pero se escenificaba el respeto obligado a un portavoz que, por cierto, nunca lo tuvo por las víctimas de la banda. Hay unos principios que Sánchez no se debería saltar ni siquiera por ese concepto tan recurrente del cordón sanitario. Las instituciones deben estar siempre por encima.
La política española ha asumido como normales demasiadas conductas nada recomendables y que son directamente sectarias. El problema es que el sanchismo ha creado escuela en otros ámbitos como el autonómico y el municipal. Se ve natural ignorar a quien no es de los tuyos, a quien no te gusta y, por supuesto, a quien ejerce el periodismo crítico. Todos con camiseta y el cuchillo en los dientes. Vox podrá acudir o no a la entrevista, pero se le debe citar porque el presidente lo es de todos los españoles. Pero Sánchez comenzó este festejo a plaza partida. Unos allí y otros aquí. Unos buenos y otros malos. Unos son españoles de primera y otros de segunda. En vez de estar por encima, de elevarse, de prestigiar el cargo y de reforzarse en el perfil institucional que robustece a todo mandatario, se coloca la bufanda del forofo y enciende la bengala. Cumple el objetivo de sobrevivir, torea solo de cara a su público e ignora al resto. Está a gusto con filoetarras. El señor que, por cierto, dijo en 2014 que habría que eliminar el Ministerio de Defensa. Una mente preclara, un catedrático del culebreo. Todo le da igual.
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