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Tomás García

El califa sevillano y la Giralda

La culminación del más bello y mayor alminar islámico del mundo ocurre en 1198

30 de septiembre 2023 - 01:00

Abu Yacub Yusuf, segundo califa de la dinastía almohade, queda prendado de Ishbiliya (Sevilla) desde los diecisiete años de edad al ser nombrado en 1155 su gobernador. Permanecerá ocho años en el cargo hasta la muerte de su progenitor, fecha en la cual es designado sucesor, aunque el título califal lo recibiría un tiempo después. Durante su estancia juvenil en la urbe andalusí se empapó del fino ambiente que respiraba la antigua Híspalis, muy alejado del existente en la estricta corte norteafricana. Tras acceder al califato, convierte a Sevilla en la segunda capital del imperio hispanomagrebí junto a Marrakech, propiciando en su amada ciudad una gran prosperidad económica y cultural. Promueve numerosas intervenciones como la reforma de la muralla almorávide, la recuperación del acueducto romano de los Caños de Carmona, el tendido del puente de barcas y la construcción de una nueva mezquita mayor en sustitución de la omeya de Ibn Adabbas, localizada en terrenos de la actual Iglesia del Salvador.

Ahmad ibn Baso –de familia cristiana mozárabe de Toledo– dirige las obras de la nueva mezquita a partir de 1171, aunque el inicio de la erección del alminar (posterior Giralda) se retrasa hasta junio de 1184, dos meses antes de fallecer el califa en el cerco de Santarem. Su hijo Abu Yusuf Yacub al-Mansur continúa el proyecto paterno y la torre sigue creciendo bajo las órdenes del mismo arquitecto hasta la muerte de éste, siendo sustituido por Ali al-Gomari, quien ordena utilizar ladrillos para el resto de la obra en lugar de los sillares pétreos que se aprecian en la base. La culminación del más bello y mayor alminar islámico del mundo ocurre en 1198, cuando el califa ordena desde su residencia en el Alcázar sevillano que se coloquen las cuatro bolas doradas del yamur en la cúspide. A la par que se erige el de Ishbiliya, se inicia en el mismo año de 1184 otro en la mezquita Kutubiya de Marrakech con menor altura y fabricado en mampostería, siendo también Ahmad ibn Baso el responsable del proyecto y trabajando con albañiles andalusíes. Nuestro minarete no deriva en caso alguno del de Marrakech porque son distintos, comenzados en el mismo año e inaugurado el hispano un año antes que el norteafricano. Ambas mezquitas –incluidos sus alminares– siguen el modelo omeya cordobés y se pueden considerar hermanas.

Abu Yacub Yusuf revive la época dorada taifa reconvirtiendo a Ishbiliya en una ciudad culta, opulenta, alegre, con hermosas alquerías en sus alrededores repletas de árboles y el bullicio de sus animados zocos, alhóndigas y alcaicerías dentro de un laberinto de callejuelas que aún pervive en el trazado de su maravilloso casco viejo. Nadie puede olvidarse de Sevilla cuando la ve, la vive y la siente...

“Sevilla es una ciudad que, cuando surge dentro de mí, reaviva las llamas de mi dolor, y cuando golpeo el pedernal del recuerdo veo y siento saltar chispas de fuego” (Ibn Ammar, poeta del siglo XI, desde su destierro en época de al-Mutamid).

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