¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esperando a ‘Ena’
La aldaba
El barrio de Santa Cruz ya no tiene ese efecto de boca del lobo de los años ochenta, cuando una tarde de domingo se sufrían atracos y hasta en una ocasión temblamos con el asesinato de una turista española. Una de las ventajas del turismo masivo es que difícilmente hay calles con esa antigua sensación de peligrosa travesía. ¡Seamos positivos que no se puede vivir instalados en la queja y el lamento! Somos más, muchos más, luego es más difícil que estemos solos. Pero en lo que no mejoramos es en la enorme facilidad que tenemos para afear y degradar las cosas que nos han sido dadas. Siempre ponemos el mismo ejemplo. Hay que tener mal gusto y poco tacto para retirar los muebles de caoba del Salón Colón y colocar unos de estilo Ikea. No hay mejor ejemplo de mala gestión de una ciudad que debiera estar más mimada, más cuidada y con un criterio muy definido sobre qué es lo que se debe hacer en el casco antiguo y qué es lo que está vetado. No se trata de ser conservacionistas por mera nostalgia o miedo aterrador al cambio, sino de tomar decisiones de acuerdo con lo que hemos recibido. Un paseo nocturno por Mateos Gago, cuando está en retirada el caótico ejército de veladores, sirve para descubrir un nuevo ejemplo que merece el ingreso directo en la Academia de los Horrores de Sevilla, una que no para de recibir nuevos miembros, pero sin tiros largos, sin discursos y sin esa foto en la prensa local que sólo interesa a los retratados. La iluminación de la Casa Fabiola es de club nocturno, una mamarrachada de colores rojos que nos manda directamente a la rotonda de salida de un pueblo en otros tiempos. Solo le falta el aparcamiento discreto con tela verde en la valla.
¿Pero quién y en qué momento interpreta que esa fachada pide luces rojas en pleno casco antiguo, junto a la Casa Salinas y la Parroquia de Santa Cruz? El propio Ayuntamiento informa: "El inmueble que ha llegado a nuestros días, tipológicamente responde a una gran casa patio sevillana de los siglos XVII y XVIII con época o estilo: isabelino, manierista, barroco". Y se debería añadir: "Con iluminación mamarracha de night club para que conste el tiempo en que nos ha tocado vivir". ¡Vivan las Comisiones de Patrimonio! Como si en esta ciudad no hubiera especialistas en la materia, sobre todo en la iluminación de monumentos y edificios catalogados, caso de la Fundación Endesa, ejemplar en tantísimos casos. Sata Cruz no es ya una boca del lobo, pero los lobos del mal gusto andan sueltos. Luces rojas en Fabiola. ¡Con lo preciosa que es la casa y el buen gusto de la colección que alberga, la de don Mariano Bellver! La Casa Fabiola por la noche vista de lejos es un club de carretera contemplado de cerca, que diría Juan Ramón. A ver si alguien en el Ayuntamiento impone la "discreción" y cesamos el mamarracho de esas luces en el mismísimo barrio de Santa Cruz.
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