El dulce frenazo de Vox

Aumentar en votos y escaños con todo en contra no se puede considerar ni mucho menos un fracaso

Santiago Abascal y Macarena Olona, la noche del 19 de junio.
Santiago Abascal y Macarena Olona, la noche del 19 de junio. / DS

21 de junio 2022 - 00:02

CIERTO es que el partido de Santiago Abascal no ha conseguido su objetivo máximo en estas elecciones: ser decisivo en la formación de Gobierno y crecer ampliamente en votos y escaños tras su gran desembarco en 2018. Pero sus resultados se pueden considerar más que satisfactorios si se tienen en cuenta tres factores:

El primero es la campaña de satanización al que ha sido sometido Vox pese a ser un partido completamente legal y sobre el que no pesa ninguna condena o juicio importante por corrupción, terrorismo, abusos de menores, etcétera, algo que no todos pueden decir. Esta agitación, que ha contado con el generoso apoyo de algunos medios privados y públicos, ha rozado en muchos casos la incitación al odio.

El segundo es la pésima campaña que ha realizado Vox. Macarena Olona no ha sido una buena candidata y, desde luego, no ha estado bien asesorada. Ha faltado conocimiento del terreno que se pisaba y exceso de confianza en las redes sociales y los mensajes enlatados. Defender la unidad de España y desinflamar los excesos identitarios del andalucismo de plástico que nos quieren imponer no significa que a los andaluces nos guste que vengan de Madrid a manejarnos las campañas (ni los programas electorales de TVE, por cierto). Eso lo saben en Vox Andalucía y habrá debate interno en los próximos días.

Y el tercer factor es el contexto electoral. Que una formación de derecha radical mejore sus resultados en unos comicios donde un partido de centroderecha ha ganado una contundente mayoría absoluta es un auténtico logro. Mucho voto de Vox se ha ido al PP buscando un castigo contundente al Sanchismo y sus aliados. Ya veremos cuánto dura en esa posición. Lo normal es que el PP hubiese fagocitado a Vox como ha hecho con Ciudadanos, pero lo cierto es que la formación de Macarena Olona ha aguantado, y ese frenazo del que desde Juanma hasta Teresa Rodríguez y sus sans-culottes se ufanaban la noche electoral ha sido más que dulce.

Ahora Vox tiene cuatro años para hacer oposición de verdad. Debe bajar más al terreno, trabajar la empatía, aportar propuestas y soluciones a los problemas concretos de los ciudadanos, que van mucho más allá de las batallas culturales (aunque estas, como las meigas, existen). Macarena Olona dice que se queda y no seré yo quien lo ponga en duda. Daré consejo que ya sé que nadie me ha pedido: aunque es difícil mantener el buen humor cuando cualquier mindundi se cree con el derecho a insultarte, hay que tener más empatía y tacto con los que no son de tu cuerda. No es obligatorio ser siempre la malota de la película.

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